Cada víspera e inicio de año, los adivinos nos disparan una serie de predicciones que, normalmente, quedan en eso: en dichos sin sustento. Los horóscopos y sus seguidores dan augurios que halagan al que es Escorpión, Libra, Géminis… Los economistas hablan de crecimiento –que jamás se da—y los politólogos de catástrofes, que siempre son peores.
Solamente la Iglesia habla de paz. Continuar leyendo