Todos los medios de comunicación se hacen eco de las encuestas que avalan pronósticos electorales. Ojo, no del resultado de una encuesta (que muestra, como en una foto instantánea el estado que guardan las preferencias electorales), sino el instrumento de teoría de las probabilidades que determina qué candidato “va a ganar” las elecciones.
Los medios, en general, pasan esos pronósticos como información constructiva de los escenarios previos al voto, casi nunca preguntándose si esos pronósticos —meramente probabilísticos— pudieran o no confundir a los votantes y, al hacerlo, reducir su participación en las elecciones. O torcer el resultado de las mismas. Continuar leyendo
Julia Cagé (Metz, Francia, 1984) es una economista e investigadora de la Normal de París y de la Universidad de Harvard. Ha debutado en su país —y en buena parte del mundo occidental— con un texto innovador, bien documentado y, en buena medida, provocador: Salvar los Medios de Comunicación (Anagrama, 2016).
Francisco Prieto es un novelista con larga trayectoria en los medios de comunicación y en la academia. Conferencista, maestro de muchas generaciones, crítico taurino, viajero infatigable y conversador sin par, atiende las preguntas de El Observador (periódico del cual es consejero editorial) sobre la importancia de la verdad en tiempos en que la verdad informativa parece brillar por su enorme ausencia.
Lo dijo con toda claridad Mónica Maggioni, presidenta de la RAI en el Foro Internacional del Paley Center (“el Davos” de los medios de comunicación en el mundo, celebrado por vez primera en Ciudad de México): en lo que respecta al triunfo de Donald Trump, “estamos desconectados de la realidad. Salimos a la calle a buscar las historias que teníamos en nuestras mentes en lugar de reportar las que estaban ahí fuera”.
Las interpretaciones periodísticas y “oficiales” de los tres crímenes cometidos en contra de sacerdotes la semana pasada en el país, no dejan sombra alguna de duda. Hay “mano negra” contra la Iglesia católica en México.
La importancia que han alcanzado los medios de comunicación así como la comunicación digital es indudable. Para la gran mayoría, son el principal instrumento informativo, formativo, orientador e inspirador de sus comportamientos individuales, sociales y familiares. Tenemos que tomar muy en cuenta esto cuando enfrentemos el fenómeno actual de la transmisión de valores en la familia. Ya no es ésta la principal transmisora de valores.
La caída del Grupo Radio Centro, encabezado por Pancho Aguirre, de la puesta en marcha de uno de las dos nuevas cadenas de televisión abierta, ha generado mil rumores sobre un tema que emocionó a algunos incautos: que el aumento de la oferta televisiva sería sinónimo de competencia, calidad y servicio al usuario. En otras palabras, un proyecto que fortalecería cultura, diversión, valores…
Los medios de comunicación son excelentes para enterarnos de las desgracias, pero muy poco competitivos para informarnos sobre las gracias. Esto viene a cuento al descubrir, en una nota de última plana que Uruguay va a recibir a 120 refugiados sirios, la mayor parte de ellos menores de edad que lo han perdido todo en la guerra intestina que, desde 2011, asola a ese país del Medio Oriente.
Lo que hace cinco años parecía inexpugnable, y hace diez inexpugnable, está haciendo agua. Me refiero al imperio noticioso y de entretenimiento (sobre todo el primero) de la televisión, la radio y el periódico impreso.
Grande ha sido la escaramuza en los medios de comunicación de Estados Unidos tras el inusitado hecho de que la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (acnudh), Navi Pillay, exigiera al gobierno de Estados Unidos imponer “una moratoria inmediata” sobre la pena de muerte, después de “la muerte agónica” de Clayton Lockett en Oklahoma hace un par de semanas.