El 19 de septiembre quedará grabado en la historia de los años en la capital de México y en todo el país: 32 años, 6 horas, 5 minutos, 50 segundos después del terremoto del 19 de septiembre de 1985, que dejó un saldo de entre 10,000 muertos, según fuentes oficiales (45,000 según instituciones de la sociedad civil) principalmente en Ciudad de México y en Ciudad Guzmán, Jalisco; el 19 de septiembre de 2017, los capitalinos (y en los estados aledaños a Ciudad de México: Puebla, Tlaxcala, Morelos y Estado de México) volvieron a sentir el terror.
Este fue un terremoto muy cercano a la Ciudad de México y tuvo un alcance directo de 12.5 millones de personas que estuvieron expuestas a él. El epicentro fue a 100 kilómetros al suroeste de capital, en el término municipal de Axochiapan, en el vecino Estado de Morelos. El de 1985 fue en las costas del Océano Pacífico, frente a Guerrero y Jalisco. El movimiento de ayer, según datos del Servicio Sismológico Nacional, fue de 7.1 grados Richter. Hace 32 años fue de 8.1 grados en la misma escala. Continuar leyendo
El profesor de filosofía del Boston College, Peter Kreeft, publicó un libro cuyo nombre es muy sugerente: How to win the Cultural War. A Christian Battle Plan for a Society in Crisis (Cómo Ganar la Guerra Cultural. Un Plan de Batalla Cristiano para una Sociedad en Crisis).[1]
José Alfonso Eufemio Nicolás de Jesús García Robles , Alfonso García Roble, nació el 20 de marzo de 1911, en Zamora, Michoacán, cuando apenas comenzaba la Revolución Mexicana. Murió en la Ciudad de México el 2 de septiembre de 1991, cuando apenas se disipaban los humos de la Guerra del Golfo Pérsico. En sus 80 años de vida pasó dos guerras mundiales y, por supuesto, supo de y después vio las imágenes del hongo nuclear levantándose el 5 de agosto de 1945 sobre Hiroshima y, pocos días después sobre Nagasaki.
Entre los historiadores mexicanos del siglo XX y principios del XXI se destaca el michoacano Luis González y González. Nacido en San José de Gracia en 1925, hizo de su pueblo sede de la historia de México, no porque ahí hubiese sucedido algo importante sino, justamente, porque no figuraba (como 95 por ciento de los pueblos mexicanos) en ninguno de los manuales de la historia nacional.
Gracias a Dios este domingo 16 de julio de 2017 llegamos a cumplir nuestro veintidós aniversario de circular sin interrupción, semana a semana, con el compromiso innegociable y absolutamente firme de hacer de la fe católica una cultura. Es decir: un modo de ser en el mundo.
Jeffrey A. Kermes es hijo del Holocausto. Su madre y su padre se conocieron en Estados Unidos, pero ambos –de ascendencia judía— venían huyendo de Hitler. Su campo de trabajo ha sido la investigación de la forma como los líderes de las grandes corporaciones industriales, comerciales y de servicios ejercen su influencia.
La iniciativa del presidente de México, Enrique Peña Nieto, sobre matrimonio igualitario (es decir, sobre igualar el matrimonio entre hombre y mujer con la unión de personas del mismo sexo), ha motivado una intensa movilización en su contra en México.
Karl Jaspers –uno de los padres del existencialismo cristiano– sostenía que existen dos elementos para juzgar a un médico: sus conocimientos sobre medicina y la categoría de su personalidad humana.
En un libro, no me acuerdo en cuál, o en una de sus obras de teatro, Jean-Paul Sartre, burlándose del sistema de la mercadotecnia y de la publicidad que nos absorbe en Occidente, decía que el nuevo eslogan para desaparecer a la pobreza con una especie de pase mágico, era decirles a los pobres que no eran pobres, sino ricos que habían tenido mala suerte…
La noticia ha sido coloreada con ribetes de guerra cristera: el gobierno mexicano se toma la revancha de los “agravios” de la Iglesia católica al Estado laico y nacionaliza la Basílica de Guadalupe.