–Habla el padre Leonel Narváez, creador de las Escuelas de Perdón y Reconciliación en Colombia
El padre Leonel Narváez, es filósofo y sociólogo de la Universidad de San Buenaventura en Bogotá, con posgrados en las universidades de Cambridge y Harvard. Trabajó 10 años con las tribus nómadas del desierto del Chalbi en los límites entre Kenia, Sudan y Etiopía. Participó tres años en el Comité Temático de negociaciones del gobierno del Andrés Pastrana con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en donde desarrolló exitosos programas de paz.
El padre Narváez es el creador de la metodología Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE) hoy implementada con éxito en 18 países del mundo. Actualmente se desempeña como Presidente de la Fundación para la Reconciliación, entidad que fundó en el año 2003 y que ha sido galardonada entre otros con el Premio UNESCO educación para la Paz 2006 y la Orden de la Democracia 2007 otorgada por el Congreso de la República de Colombia.
–¿Qué perspectivas hay de la tercer visita que hace un Papa a Colombia?
La más positiva de todas es el apoyo enorme del Papa Francisco a las gestiones del actual gobierno a un proceso de paz que todavía está muy frágil, muy débil.
–Desde la vida íntima de Colombia, ¿puede ser un revulsivo la visita del Papa para la paz y la reconciliación?
Yo creo que sí, aunque déjeme decirle que en Colombia ha crecido muchísimo en temas de paz. Yo sostengo que “lo mejor” de la violencia es que ha suscitado un gran deseo de paz. Hay cantidad de grupos de niños, de indígenas, de jóvenes, de escuelas, de empresas, por todas partes del país, hay grupos que están trabajando por la paz.
–La Fundación para le Reconciliación, ¿tiene algún rasgo en particular?
Quizá que somos los únicos que promovemos una cultura ciudadana del perdón. Son casi 20 años de experiencia en los que hemos diseñado o rediseñado diversas “tecnologías” del perdón. Esto es un tema muy pobre, incluso en la misma Iglesia católica, aunque es la misma propuesta de Jesús y del Evangelio.
–Es una combinatoria bien específica, ¿no? Me refiero a la combinatoria del saber científico y el saber del alma, de la tecnología de resolución alternativa de conflictos y la misericordia de Jesús…
En los temas de construcción de paz, los métodos alternativos son muy inestables, sobre todo si no tienen la fortaleza que dan los procesos de perdón. La personas pueden llegar a “acuerdos”, pero si no superan odios, rencores, ganas de venganza, los “acuerdos” se pueden caer.
–El perdón es, entonces, una condicionante fundamental, ¿no es así?
Nuestra convicción es que una víctima que no perdona se queda eternamente víctima. Si no hay procesos de perdón, la paz no se consolida.
–Y está el deseo de venganza…
El odio es el arma más poderosa de destrucción masiva que hay en el mundo, y esa arma está en el corazón del hombre. El odio activa la venganza. Y no es privativo de Colombia ni de América Latina: es de todo el mundo.
–¿Cómo trabaja la Fundación para la Reconciliación?
Lo que hacemos –dado que en cada uno de nosotros habitan tanto Caín y Abel—es que quienes cursan en las Escuelas de Perdón y Reconciliación, “desinstalen” su Caín; su deseo de venganza, y asciendan, espiritualmente, hacia su Abel. Pasar de la venganza a la compasión.
–Es un salto espiritual enorme…
… es como de Juegos Olímpicos. Muchos piensan que la “reparación” del crimen puede traer tranquilidad al ofendido o a sus seres queridos; pero no es así. No obstante haya los cuatro componentes de lo que se llama justicia transicional: verdad, justicia, reparación y garantías, con frecuencia las personas siguen traumatizadas, llenas de odio, con ánimo de venganza. El ejercicio del perdón es fundamental para las personas, para la sociedad. Es lo único que satisface a plenitud a las personas: el paso de la venganza a la compasión.
–¿Cuáles son los “escenarios” que fundamentan la construcción de la paz?
Principalmente, son dos: familia y escuela. Sabemos por estadísticas que en Latinoamérica hay altísimos niveles de violencia dentro de la familia. Sobre todo con las niñas de entre 10 a 14 o 15 años. Y también hay violencia, mucha violencia, en la escuela. La escuela tiene hoy en día una encomienda: educar el cerebro, no el corazón. Produce grandes cerebros pero corazones raquíticos.
–¿Tienen algún programa para los niños en la escuela?
Sí, “Aprender a leer y a escribir… perdonando”. Es un programa que, sin tocar el currículum de la propia escuela, impulsa a los docentes y a la institución a que enseñen para la paz. Para la convivencia. Y cuando esto se enseña, inmediatamente sube el nivel de aprendizaje de las niñas y los niños.
–¿Cuál es –en su opinión—el futuro de la educación básica, de la educación primaria?
Yo te lo resumiría diciendo que deberá ser, cada vez con mayor fuerza, educar para la convivencia. Es lo que va a marcar la calidad de la educación en el futuro.
Publicado en El Observador de la actualidad