La paz es posible

Para nadie es un secreto que en América Latina y El Caribe se acumula la mayor reserva del catolicismo en el mundo. Brasil y México encabezan la lista de los países con mayor número de católicos del planeta. Y Estados Unidos, actualmente el cuarto lugar tras de Filipinas, le debe mucho de su expansión católica a la región.

Sin embargo, un vistazo a las cifras de violencia y deterioro del tejido social echa por la borda cualquier tipo de optimismo. En México, Honduras, Colombia y Venezuela, por citar un ejemplo, se encuentran las ciudades más violentas de la Tierra, con una tasa increible de homicidios por cada 100,000 habitantes.

Pero no es una situación determinante. Podemos (y debemos) cambiarla. Las iniciativas de paz –como las escuelas del perdón y la reconciliación—están prendiendo en muchos lugares de nuestro entorno. Son iniciativas de inspiración católica, abiertas a la sociedad. Se trata de devolverle al catolicismo lo que es: un proyecto de salvación universal, comenzando por la salvación de los más pobres.

Cada uno, desde su lugar de vida, de trabajo, desde su trinchera, su ministerio, su vocación, está capacitado para trabajar por la paz en la región. Se trata de empezar ya. Con el respeto al de al lado. Con la dedicación para llevarme bien con el vecino. Si algo me sobra, ayudar al que le falta. Y si estoy fuera de mi Patria y me está yendo bien, participar en obras de misión para redimir a los que más lo necesitan.

De verdad no es necesaria “mucha ciencia” para buscar la paz. Empieza por reconciliarnos entre nosotros mismos. En la familia. El Papa Francisco lo ha dicho muchas veces: no se vayan a dormir sin antes pedirse perdón. Sabiduría de paz.

Publicado en El Observador de la actualidad