El Sínodo de los obispos que se celebrará este año es una oportunidad de “amazonizar” al mundo. ¿Qué este neologismo? La socióloga brasileña Marcia María de Oliveira lo explica: “cambiar el modelo de desarrollo y salir del estilo de vida predominante de consumo”.
El Sínodo, entonces, tratará de transmitir el paso del consumismo a una “sobriedad feliz testimoniada por los pueblos de la Amazonía”.
En sintonía con el pensamiento ecológico del Papa, la región puede enseñarnos una convivencia sin destrucción de la naturaleza y una relación recíproca con ella. La “ecología integral” de Laudato Sì.
La región del Amazonas, es el mayor bioma de América Latina y un pulmón del mundo que ha visto ya –según De Oliveira—la deforestación de 700.000 kilómetros cuadrados de selva.
En el Sínodo, el Papa estaría proponiendo una Iglesia universal “con rostro amazónico”. No solo por el respeto a la diversidad biológica, sino también por la necesidad imperiosa de integrar a las poblaciones locales, a menudo sacrificadas en aras del “desarrollo”.
Estas comunidades humanas representan en el área del Amazonas, treinta millones de personas. Si la Iglesia logra generar un espacio de respeto a la naturaleza y de colaboración con los descartados del Amazonas, el “modelo” podría (debería) “exportarse” a todo el mundo. Tres mil millones de seres humanos que viven sin nada, lo esperan con ansia.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 9 de junio de 2019 No.1248