Llevaba muchos años diciendo a mis amigos, a mi hijo, al embajador de Francia, al que quisiera escucharme, que Patrick Modiano merecía —más que ninguno otro— el Premio Nobel de Literatura. Sus seguidores somos una apasionada pandilla de nostálgicos del París de los años sesenta, que no vivimos, pero que a través de él vivimos; de la ocupación alemana de los cuarenta, que él no vivió (nació en 1945, en agosto, cuando la guerra había terminado para los europeos), pero que le ha obsesionado como sus orígenes, como su identidad, como la culpa que arrastra su generación.
El miércoles 8 de octubre, mientras esperaba en el Aeropuerto de la Ciudad de México una conexión, me metí a la librería del Fondo de Cultura Económica en la Terminal 2. Había elegido ya un par de libros del propio FCE y pagado, cuando volví la mirada al estante de Anagrama. La colección “Panorama de Narrativas” siempre me llama la atención. Ahí están Echenoz, Michon y… Modiano.
Pero desde que había editado La Trilogía de la Ocupación no había nada nuevo de este autor de culto, con novelas como Un pedigrí, El Horizonte, Villa Triste, La calle de las tiendas oscuras, El café de la juventud perdida o Dora Bruder. De pronto topé con el lomo del 864 de la colección: La hierba de las noches. Me dije que era un título modianesco. Y un vuelco en el corazón: la nueva novela de Modiano. La compré de inmediato, fui a comer y no dejé el libro hasta la mañana siguiente, cuando abrí mi computadora y en el portal de noticias me daban “14 vínculos para conocer al nuevo Premio Nobel de Literatura, Patrick Modiano”.
Era hora. Y la verdad es que no me tomó por sorpresa. Como a usted no le tomará si se adentra en este creador de según el crítico de Le Monde, Denis Cosnard, ha creado ya un género novelístico: la autoficción poético-policial. Impactante. Impresionante.
Publicado en Revista Siempre!