Un signo de alarma

sentidodelavidaA pesar de lo que se diga aquí y allá, en México vivimos una espantosa crisis de sentido de la vida.  No sé si sea la falta de oportunidades de empleo, si sea la «enseñanza» de la maestra de los mexicanos más jóvenes, la televisión, ahora el Internet, pero lo cierto es que en menos de una década la tasa promedio de suicidios de niños y jóvenes se ha duplicado en nuestro país.

De hecho, el suicidio ocupa ya la tercera causa de mortalidad infantil en México.  Cada día se suicidan 14 niños y jóvenes menores de 25 años.  Y, en general, a México le bastaron 35 años para casi triplicar el número de suicidios, pasando de 1.4 a 3.7 suicidios por cada cien mil habitantes.

Entre los jóvenes ha nacido una nueva «alternativa».  Se trata de los «pactos suicidas» realizados a través de Internet, o de las redes sociales;  dos chavos desencantados de la vida, con problemas de autoridad, infelices con lo que tienen, con sus padres ausentes y sus maestros definitivamente más ausentes, sin ganas de nada, ni fe ni sentido de trascendencia, acuerdan suicidarse juntos.

En la mayor parte de los casos, se trata solamente de tentativas.  Pero son muchos, desgraciadamente, los que lo llevan a cabo.  Ante este desafío la Iglesia católica tiene que marchar adelante; tenemos, todos, que buscar acercar la única experiencia que salva: el encuentro con Jesús.  Y ese encuentro se produce saliendo a las periferias.  Dejando atrás nuestras «zonas de confort», nuestras referencias bien conocidas. Aunque corramos el riesgo de accidentarnos.

Como le decía el cardenal Bergoglio a Andrea Tornielli: «Y entre una Iglesia accidentada que sale a la calle y una Iglesia enferma de autorreferencialidad; no tengo ninguna duda: prefiero la primera».

Publicado en El Observador de la Actualidad