México: Un año dedicado a los jóvenes en un país de jóvenes

Tras la experiencia vivida durante el terremoto del 19 de septiembre pasado, en el que la solidaridad juvenil puso a México como ejemplo mundial de lo que los jóvenes pueden hacer por los demás, y de cara al próximo Sínodo que se realizará en Roma con el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, los obispos de México han decidido declarar el Año de la Juventud.

“La Iglesia en México es consciente de la riqueza que representan los adolescentes y jóvenes para nuestra nación”, de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), firmado tanto por su Secretario General, el obispo auxiliar de Monterrey Alfonso Miranda, como por el presidente de la CEM, el cardenal de Guadalajara, José Francisco Robles.

El Año de la Juventud, de acuerdo con el decreto de la CEM, corre desde octubre de 2017 hasta octubre de 2018. El objetivo principal de este periodo es la evangelización de la juventud, “con la profunda convicción de que son los jóvenes un verdadero potencial para el presente y el futuro de la evangelización en el mundo”.

El Año de la Juventud se inauguró en todo el país durante la Jornada Mundial de las Misiones, este domingo 22 de octubre, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, con una Misa presidida por el Nuncio Apostólico, Franco Coppola, concelebrada por obispos y sacerdotes que se ocupan de la pastoral juvenil en todo el país. Han participado en este lanzamiento numerosos representantes juveniles y agentes pastorales de las 18 circunscripciones eclesiásticas mexicanas.

Remarcar el protagonismo de los jóvenes

El próximo domingo, 29 de octubre, se inaugurará el Año de la Juventud con celebraciones especiales en las catedrales y santuarios más significativos de todas las diócesis del país.

Conscientes de las luces y sombras que se viven día a día en el mundo juvenil, los obispos han dispuesto para este Año un programa de reflexión y acción centrado en el tema del Sínodo convocada para el próximo año. Se trata de alentar “el protagonismo del joven en la misión de la Iglesia en la transformación del mundo, de sus espacios vitales y comunidades promoviendo la paz, la misericordia, el bien común, el desarrollo de los pueblos, la Civilización del Amor”.

Durante este año la sociedad, el Gobierno y la Iglesia tendrán que tomar una actitud de escucha constructivo hacia los adolescentes y jóvenes, reconociéndolos no como un problema sino como una riqueza, con esperanza en el potencial que representan las nuevas generaciones para el presente y futuro de nuestro país.

“Este Año de la Juventud es el camino que queremos emprender para demostrar las grandes cualidades y talentos de la juventud, su riqueza, su esperanza, su dignidad. Que este caminar este unido al Sínodo de los Obispos, que esta aportación en este momento de la historia nos ayude a encontrar como Iglesia también las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la alegría del Evangelio, el cual produce vida en plenitud”, según la CEM.

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