Las televisoras estadounidenses pueden pasar lo que quieran en horario nocturno, pero son vituperadas si a un actor se le sale una grosería en horario matutino. En una serie de la Warner vi que un actor decía: “No disfruto matando gente, pero lo hago bastante bien”. Mientras tanto, el canal nacional ABC y el actor Tom Hanks tuvieron que disculparse públicamente porque Hanks dijo una palabrota en vivo, durante el programa matutino Good Morning America.
El Consejo de Padres para la Televisión, un organismo social que se esmera en rechazar lo que ellos llaman una intromisión en los hogares norteamericanos, puso el grito en el cielo porque Tom Hanks fue exigido por la conductora de Good Morning America, Elizabeth Vargas, a hablar como habla su personaje en la nueva película del astro del cine llamada Cloud Atlas. Aunque balbuciendo, Hanks dejó escapar una grosería, de las miles que los conductores mexicanos dejan escapar cada mañana (imaginen a Brozo sin palabrotas). Parecía como si Hanks, la ABC y Elizabeth Vargas hubieran emprendido un complot para volar las estructuras del lenguaje estadounidense (Chesterton solía decir que Estados Unidos e Inglaterra eran dos países separados por una misma lengua). Todos tuvieron que disculparse.
El canal televisivo retiró sus emisiones para el centro y el oeste del país, y quitó siete segundos de la entrevista con Hanks. El Consejo de Padres pidió, finalmente, que esta conducta no vuelva a repetirse. Amenazaron con boicotear la emisión. Y ante tamaña amenaza, no hay quien no quiera pedir perdón. Allá sí funciona un consejo de usuarios. Aquí, ni de relajo. Cierto que se trata de una nimiedad. Se cuela el mosquito y se deja pasar el camello.
Las series estadounidenses cada día son más enredadas. Cada vez proliferan más las matanzas gratuitas, las parejas atípicas, las groserías y las palizas, el uso de mujeres-objeto, de hombres-objeto, del consumo insensato. Todo eso pasa sin la menor restricción, suponiendo que los niños ya están en la cama. Pero saben muy bien que no es así. Saben que los niños son los que principalmente guían las decisiones de compra de la familia norteamericana.
Y en la televisión abierta, sólo se trata de vender. “Ésta es solamente una más en la larga lista de, tristemente, muchas otras situaciones similares. Las cadenas han permitido muchas veces este contenido inapropiado y ofensivo que llega a cada una de las salas del país a través de sus canales de televisión”, señaló Dan Isett, director de políticas públicas del Consejo de Padres. Es cierto, pero uno quisiera un poco más de congruencia.
Centrarse en una grosería y no considerar un crimen el parlamento de un sujeto que dice que se le da bien matar gente, es tirar petardos en el bosque. Y dejar que el poder corruptor de la industria de la imagen prevalezca como el poder verdadero del siglo XXI.
Publicado en Revista Siempre!