Votar como compromiso

elecciones_1Hubo estas semanas una corriente de opinión insistiendo en que nos abstuviéramos de ir a votar. Ojalá no haya hecho mella en usted. Hay que matar al pesimismo y hay que mostrarle a los que ven muerta a la Patria de qué estamos hechos los mexicanos de bien. Y que somos la mayoría.

¿Por qué votar si “todos los políticos son iguales”?, se preguntará usted, y con toda razón. Por eso, justamente: para que ya no todos los políticos sean iguales. Un viejo proverbio chino dice que cuando nos entren ganas de cambiar al mundo, primero demos tres vueltas alrededor de nuestra casa. Y es verdad: no podemos pedirle a los políticos que cambien si nosotros no cambiamos.

Además, uno de los primeros factores de cambio se llama sacrificio, mirar por los demás, hacer cosas que nos cuesta trabajo hacer, porque no son para el bienestar inmediato mío o de mi circulito de al lado. Votar no es el final de la democracia; es el principio. El voto debería tener pies; debería caminar de la mano con las autoridades elegidas –sean las que nosotros queríamos o no.

Ir a la par del voto tiene nombre: participación. Los mexicanos nunca tendremos los gobiernos justos y educados que queremos tener si no participamos en su confección o le damos seguimiento puntual a sus acciones con las nuestras. Que el candidato dijo que iba a construir el parque y fue electo. Pues que lo construya, pero con nosotros. No es un regalo, es dinero público.

Decir que “a este país ya se lo llevó la trampa” es sencillísimo. También muy triste. Si se lo llevó o se lo llevará, será por nuestra indolencia. Debemos ya cambiar la política. Comenzando por casa. Y por la urna.

Publicado en El Observador de la Actualidad