Acabo de leer, de un tirón, el pequeño y muy bien escrito manual de Filosofía Mexicana del Siglo XX de Mauricio Beuchot. Un libro que despierta, especialmente entre quienes se dedican a pensar y a pensar en México como pasado, presente y futuro, una esperanza y un desconsuelo. La esperanza viene de que en México se ha pensado mucho sobre “lo mexicano”. El desconsuelo, de la pobreza intelectual, vale decir el entreguismo a otras maneras de pensar, sobre todo la emanada del individualismo y la postmodernidad de corte neoliberal o new age, que hoy nos atenaza desde la pantalla casera.
Beuchot integra su Filosofía en agrupaciones de pensadores: los positivistas, los antipositivistas, el Ateneo de la Juventud y Antonio Caso; José Vasconcelos, el casismo y el orteguismo; Samuel Ramos y el neokantismo; los transterrados; Eduardo García Maynez y la profesionalización de la filosofía; Leopoldo Zea y el Grupo “Hiperión”; los cristianos y los marxistas y la filosofía analítica. Panorama rápido del pensamiento filosófico en México del siglo pasado que deja una lección: los mexicanos podemos pensar mucho y bien, en particular, sobre nuestra identidad.
Ya que se acerca el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, bien haríamos en ir recogiendo estas piezas sueltas de nuestro pasado para que nos pudiéramos dar un futuro acorde con nuestras líneas de identidad. Si uno mira la programación de los medios, de la televisión abierta, se topa de narices con la pared de la avalancha de modelos de vida, comportamiento, valores y pertenencias que nada tienen que ver con “lo mexicano”. De acuerdo: no somos una ínsula cerrada a la influencia del exterior. No; pero tampoco somos una estrella más de la bandera del vecino país del Norte, ni una sucursal del Estado de Wisconsin.
Lo que somos, lo que debemos ser en términos de relación con el pasado, de afirmación de nosotros mismos, de apertura al futuro, está muy bien localizado en gente como Caso, Vasconcelos, Ramos, Moreno, Zea, Salmerón, Villegas, Nicol, Navarro o Gaos; maestros que —como bien lo apunta Beuchot— buscaron la autenticidad del filosofar mexicano y la profesionalización del pensar mismo. Sin desvincularse de lo universal, reflexionaron sobre lo particular, para sentar las bases de un auténtico desarrollo intelectual e identitario de México. Hoy los echamos en falta. Hoy es la tele la que manda. Y sin mayor control, dicta la norma de los valores que debemos defender y definir como “nuestros”. Uno de ellos, “muy mexicano” es el beber cocacola. Otro: el comprar con el dinero que no se tiene las cosas que no se necesitan. Con razón tenemos el presente que tenemos, desvinculado, tristón, violentísimo…
Publicado en SIEMPRE! 1 noviembre 2009 No. 2942