El desastre

Tras las elecciones y los temas de compra de votos e inequidad en los medios, el panorama mexicano se conforma como un gran desastre. Las elecciones ya no son las mismas de antes. Ya la gente cambió. Y con ella la oposición. López Obrador va a establecer un cerco contra Peña Nieto del cual es muy posible que éste último no salga ileso. ¿Busca pactar el peje? No lo sé. Lo que sí estoy seguro es que la elección de 2012 abre (o cierra) la brecha entre el poder acumulado de los partidos y las exigencias de la gente de una política digna.

Según Roderic Ai Camp —el estudioso del sistema político mexicano— la característica que más intriga a los investigadores y politólogos extranjeros es la unidad del pri. ¿Cómo puede mantenerse en la palestra con tantos golpes bajos, tantas purgas y tantas asonadas en su interior? Dirigentes que de pronto se van al exilio; gente que hoy era “determinante” y mañana ni siquiera se le nombrará en las asambleas… La política a la mexicana, la política a la priista (el pan no supo o no quiso transformarla) es el resultado de componendas, cálculos y agrupamientos en torno a una de las figuras que mayor poder acumulan en el mundo: el ciudadano presidente.

Y en esa agrupación en torno al tlatoani, no podían faltar los medios de comunicación. Cuando “el Tigre” Azcárraga dijo aquello de que Televisa era el soldado del pri, habló en nombre de la gran mayoría de los concesionarios de radio y tv del país. Todos le deben favores al pri; todos están en deuda con su concesión. Los regímenes panistas nunca desmontaron el andamiaje que implica la manutención del poder. Es decir, nunca pudieron echar para atrás el modelo mexicano de televisión y radio comerciales, cuyos negocios dependen de la voluntad del presidente en turno. O del que vendrá.

Peña Nieto estará acotado por los movimientos juveniles y sociales: Atenco, Cherán, Yo soy 132… Pero tendrá a la mano el gran aliado para contrarrestar cualquier intento de masificación de las protestas en su contra: la tele y la radio. Con estos formidables instrumentos de comunicación, que se presentan ante el público —usan­do la frase de Popper, “como si Dios hablara”— las protestas juveniles se habrán de convertir en eco. Ya ganaron las elecciones. No van a soltar la presa. La inequidad que reclama amlo es verdadera. No en lo que el monitoreo del ife exhibe (número de impactos en los medios), sino en la cualidad de los tratamientos a los candidatos. Al del pri le concedieron todo; a los demás, bastante poco (en términos cualitativos).

Hay que esperar y trabajar por tiempos mejores. Hay que comenzar a hacer verdadera democracia. Informándonos, peleando nuestros derechos, cumpliendo nuestros deberes. Si no hay una gran ola ciudadana, nos van a terminar comiendo los candidatos guapos. Los que cumplan con el mercado. Y eso no es democracia: es una impostura.

Publicado en Revista Siempre!