En reiteradas ocasiones, el Papa Francisco ha dicho que “la inequidad es la raíz de todas las enfermedades sociales”. Lo volvió a reiterar en su reciente participación en la 70 Asamblea General de la ONU.
Este organismo multilateral había establecido, entre los objetivos del milenio, este año 2015 como un parteaguas: se pretendía reducir a la mitad la pobreza mundial. Ha habido avances, nadie lo duda. Pero, ¿cómo se encuentra hoy la inequidad planetaria?
Si tomamos en cuenta que en la actualidad somos seis mil 200 millones de personas viviendo en la Tierra, y que 4 mil 400 millones viven (sobreviven) con menos de 10 dólares por día, estaremos en condición de decir que la petición del Papa Francisco de reducir la inequidad, tanto como los objetivos del milenio están muy lejos de hacerse realidad en el mundo.
Estamos hablando de 71 de cada 100 seres humanos caen en la línea de la pobreza o están muy cerca de ella de acuerdo con los estándares de las economías avanzadas, por ejemplo, la de Estados Unidos, en donde el ingreso medio por persona en situación de pobreza es de 11.45 dólares al día. Contrasta con una economía emergente, como la de México, donde el salario mínimo se acaba de regular en 70 pesos diarios; poco más de 4 dólares al día.
Pero todavía debemos hacer otra distinción entre la pobreza y la pobreza extrema. Si encontramos que 3 mil 400 millones de personas —aquí sí— sobreviven con 2 dólares diarios, o menos, nos topamos con una realidad alarmante: a 56 por ciento de la población de nuestro mundo la estamos, literalmente, asesinando por inequidad. Y un porcentaje muy parecido es el que se padece en México.
¿Cuándo vamos a hacer una alianza de verdad, liderada por la sociedad civil en alianza con los medios de comunicación para enfrentar esta enfermedad, origen de todas las otras enfermedades como la violencia, el narcotráfico, el secuestro, la ignorancia, las desnutrición, la mortalidad infantil y un larguísimo etcétera?
Publicado en Revista Siempre!