A buena parte de nuestro país sacudió la entrevista concedida a Valentina Alarzaki por el Papa Francisco. La espontánea versión del Papa dejó sin habla a muchos que lo consideraban una suerte de funcionario público.
Pero lo que importa es el Papa. Y una mención sorprendente: que “el diablo no le perdona a México, que Ella (María de Guadalupe) haya mostrado ahí a su Hijo”. Por eso, porque “No hizo nada igual con ninguna otra nación” (como dijo el Papa Benedicto XIV cuando le fue mostrado, en 1752, un lienzo de Guadalupe de Miguel Cabrera), “el diablo castiga con mucha bronca a México”, según el Papa Francisco. Quien añadió que el mismísimo demonio “le pasó la boleta histórica a México”.
¿Por qué lo dijo? Como interpretación suya. Por el martirio y la persecución religiosa, pero también por el sufrimiento y el crimen desatado en el país, por la violencia y la corrupción. En otras palabras, porque ha actuado desde el principio volviendo torva a mucha gente mexicana que debería ser buena, porque se dice “guadalupana”.
Hace menos de un siglo un gobierno –el de Calles—insultó a la Madre de los mexicanos. Y muchos de ellos se alzaron en su defensa. 250 mil muertos. Ahora, el diablo ha enloquecido a las familias, mostrándoles el camino del mal como el único apetecible. Olvídense de los valores, olvídense de la fe, hagan como que creen pero no crean en nada más que en su propio deseo… Y van 40, 50, 80 mil muertos por la droga. Miles de desaparecidos.
La mejor estrategia del diablo, ya se sabe, es hacernos creer que no existe. Y la publicidad lo reafirma. Con un mensaje: se puede ser “guadalupano” y mala persona. No, no se puede.
Publicado en El Observador de la Actualidad