Pierre Borudieu, el “niño terrible” de la sociología francesa, decía que “la primera eterna lección sobre los medios” es que “el montaje puede hacer que las imágenes digan cualquier cosa”.
Es verdad: la gramática de los medios, incluso el reporte que de ellos se hace en la prensa, está signada por una enorme capacidad de mentir “mostrando” la verdad; de cuestionar a los que los cuestionan, haciéndolos pasar por oportunistas (los que evalúan a los medios “de derecha”), por resentidos (los críticos a los medios gubernamentales), e incluso como “instrumentos de la reacción” (los que critican a los medios “de izquierdas”).
Hoy mismo asistimos al debate sobre la “histórica” publicación en el Diario Oficial de la Federación sobre la convocatoria para la licitación de dos nuevas cadenas de televisión abierta en México, las cuales habrán de competir con Televisa y TV Azteca.
De entrada, pensamos, se trata, en efecto, de algo histórico. El duopolio tendrá que echar sus barbas a remojar. Las empresas interesadas en competir por estas cadenas deberán enviar entre el 16 y 17 de junio de este año al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) un formato de solicitud (como si se tratara de una beca) y esperar a ser elegidas.
Hay nueve consorcios que —en dicho de los analistas del sector telecomunicaciones en México— se perfilan para pelear las dos cadenas de TV abierta: América Móvil, Grupo Imagen, MVS Comunicaciones, Megacable, Grupo Pegaso, El Universal, Grupo Fórmula, Grupo Casa Saba y Grupo Radio Centro.
Es decir, más de lo mismo. Se trata de un bonito montaje para “abrir” la televisión, atacar el monopolio de las imágenes, darle más contenido a la gente… Oponerse a esto es habitar en Plutón, vivir en la Luna, amargarse inútilmente la existencia.
Creo que fue Marcuse el que, en su libro El Hombre Unidimensional recordaba aquello de que la multiplicación de canales no es sinónimo de libertad de elegir, sino que es sinónimo de la capacidad del poder de multiplicar sus mecanismos de control de la conciencia.
¿Por qué nadie se pregunta si otra TV es posible en nuestro país? Porque no conviene a nadie en el poder —económico, político, gremial— que la gente se desempolve, se pare del sillón y se ponga a trabajar con los demás, que salga a la calle, que proteste contra el circo. Podría acordarse de que no tiene pan.
Publicado en Revista Siempre!