El Papa Francisco se ha vuelto una referencia obligatoria incluso para las redes sociales y para Internet. También para la política, la comunicación o la ecología. En muy poco tiempo —y no me refiero a que algunas revistas lo hayan nombrado “personaje del año” en 2013— ha logrado colarse en las discusiones y en las preferencias de medio mundo.
Hoy vuelve a conmover con motivo de la carta que ha mandado por la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que la Iglesia celebra en Pentecostés, pero cuyo mensaje se escribe y se publica el 24 de enero de cada año, día en que la Iglesia católica celebra a san Francisco de Sales, patrono de los periodistas.
El mensaje, sin ser muy largo, toca diversos puntos del papel de la Iglesia más extendida en la Tierra —la católica, con mil 300 millones de fieles— en el mundo digital, y la necesidad de que los miembros de esta Iglesia salgan a la calle y dejen atrás su zona de confort, que tanto le ha costado en términos de fuga de fieles y de pérdida de presencia pública en la sociedad digital.
“Lo repito a menudo: escribe el Papa Francisco, entre una Iglesia accidentada por salir a la calle y una Iglesia enferma de autoreferencialidad, prefiero sin duda la primera”. ¿Y dónde, si no en la red, están ahora las calles del mundo? En efecto, piensa el Papa, las nuevas arterias digitales están “pobladas de humanidad, a menudo herida: hombres y mujeres que buscan una salvación o una esperanza”.
Para el Pontífice gracias a las redes sociales, “el mensaje cristiano puede viajar ‘hasta los confines de la Tierra’. Abrir las puertas de las iglesias significa abrirlas asimismo en el mundo digital, tanto para que la gente entre, en cualquier condición de vida en la que se encuentre, como para que el Evangelio pueda cruzar el umbral del templo y salir al encuentro de todos”.
Con once o doce millones de seguidores en las redes sociales, el Papa Francisco sabe de lo que habla. Y cuando recuerda lo de “salir al encuentro” no está diciendo otra cosa que dejar atrás el confort y la flojera para construir la cultura de la paz. A través de las redes sociales, dice el Papa, la Iglesia —y con ella todos los hombres y mujeres de buena voluntad— pueden lograr “llevar calor y encender los corazones”, de una humanidad cada vez más fría y apagada.
Publicado en Revista Siempre!