Las redes sociales han conquistado, con rapidez, el mercado juvenil de México: cerca de quince millones de chavos (64 por ciento son menores de 34 años) se han vuelto adictos a este mecanismo que supone una nueva e inexplorada forma de relacionarse entre sí. Pero que se ha quedado en la epidermis.
Los mexicanos prefieren las redes sociales que los chats, el correo electrónico o los “mensajitos”. Facebook y Twitter son las nuevas estrellas del firmamento cibernauta. Atrás quedaron Messenger, icq o los programas de mensajería instantánea de Yahoo o de Hotmail. El 28 por ciento del tiempo que los jóvenes están en línea lo dedican a participar en las redes sociales. Y la mensajería, el correo electrónico y el entretenimiento bajaron a treinta por ciento del tiempo total. Muy pronto se verán superados por Facebook y Twitter.
De hecho, los jóvenes mexicanos menores de 24 años superan en ocho horas al resto del mundo en promedio de estancia en las redes. En 2010 y 2011, este promedio mexicano ronda las 33 horas mensuales: un día y medio del mes gastado en estos menesteres. O, si se quiere, dieciocho días al año.
En lo que se refiere a Internet y a búsquedas, Google sigue siendo el más querido por los mexicanos. Y en lo que respecta a usuarios de las formas diversas de comunicación a través de la autopista informática, hemos llegado ya a los 34 millones de mexicanos que navegan a través de ellas.
Con una salvedad: uno pensaría que estamos tocando ya los linderos de la sociedad de la información; que cada día más mexicanos tienen acceso a los productos y servicios de la oferta digital (cerrando la brecha con los países desarrollados); pero no es así. Y no es así porque nueve de cada diez usuarios de Internet lo hace por puro entretenimiento.
Es decir, noventa por ciento de los internautas van o por descargas musicales y de videos o por juegos, o para buscar parejas, chatear, cotorrear, echar palique, perder el tiempo, buscar entretenimiento en línea y ver porno, mucho porno. Dejando de lado la posibilidad del conocimiento, de la interacción para asociarse u organizarse como sociedad. Los ejemplos de varios países africanos y de no pocas manifestaciones civiles o de grupos en Europa y Asia, en México no se han producido. Nos gana la chacota y el desparpajo. Como en tantas otras posibilidades de la técnica y de la comunicación, son éstas oportunidades perdidas. En nuestro país la fiebre de las redes sociales es casi equiparable a la fiebre de encontrar diversión gratuita. Y la de mirar sin hacer.
Publicado en Revista Siempre!