Otro IVA

El ex presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, por cierto, amigo de la adolescencia de nuestro recordado padre misionero «Pancho» Botey, acaba de escribir un artículo no sobre el tan traído y llevado Impuesto al Valor Agregado (IVA), sino sobre un nuevo IVA para superar el enfermizo relativismo de nuestra época.

No es que Pujol haya sido una figura particularmente imitable, pero el IVA que propone me parece interesantísimo. El IVA que necesitamos todos —los laicos, por ejemplo—es Ideas, Actitudes y Valores.  Ideas claras, actitudes decisivas, valores fundados en la verdad y en la caridad. 

«Nunca se ha edificado nada ambicioso y duradero sobre la arena del relativismo», escribió Pujol.  No es que haya descubierto el agua tibia, pero nos recuerda una vieja y venerable verdad del cristianismo: no se puede construir un nuevo mundo si los cimientos son —con todo respeto dicho— forjados al «ahí se va».

Hay que pensar, pensar fuerte y pensar duro, diría monseñor Fulton J. Sheen. Y, después de pensar fuerte para fomentar nuestra espiritualidad, expresar esas ideas para crear cultura. Hay una corriente —cada vez más extensa, por desgracia— que desprecia las ideas.  «No pienses, cree», nos suelen decir estos adictos al fideísmo. Se equivocan: si el cristianismo ha tomado un papel protagónico en la historia del hombre es por su enorme racionalidad.  Amar a Cristo e imitarlo es, racionalmente, la mejor manera de cambiar al mundo (al interno y al externo).

Y a estas ideas hay que adosarles valores que hundan sus raíces en la verdad inmutable, en la verdad objetiva, en la verdad a secas. La verdad a secas es que el hombre es una criatura divina, y que esa divinidad nos da alas para elevarnos por encima de nuestras miserias personales y donarnos al prójimo. Porque «la fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad y de la posibilidad de un desarrollo humano integral», ha escrito en Caritas in Veritate el Santo Padre Benedicto XVI.  ¿Más claro?  Definitivo: necesitamos otro IVA. Y no tenemos que inventarlo: está en la Biblia.