Misión 2015

observadorEn El Observador no solemos “hacernos noticia”. Nos parece presuntuoso (y contrario a la ética periodística) protagonizar quejas, demandas, asuntos públicos o celebraciones privadas: alegrías o tristezas. Empero, de vez en vez, nos veamos obligados a enfrentar la necesidad de dirigirnos a ti. De corazón amigo lector, sacerdote, religiosa, laico, anunciante, empresario, padre o madre de familia, profesor o alumno, mayor de edad o joven; a ti quiero decirte que El Observador necesita tu presencia para seguir creciendo.

No es ningún secreto que 2014 fue terrible. Hemos aumentado el último agujero al cinturón. Ya no da más. Los costos nos han pasado por encima, como un tsunami. Nuestros trabajadores son heroicos: en siete años no han recibido aumento de sueldo. Los proveedores son pacientes. Dios quiere que persista esta obra suya de periodismo profesional; Evangelio hecho cultura. No vamos a aumentar el precio de portada. Vamos a buscar tu apoyo.

¿Cuál es la misión del semanario? Déjame decírtelo en palabras del entonces cardenal Bergoglio (en 2005, a los periodistas argentinos): hacernos prójimo “para que –a través de la comunicación de cercanía—se implante la verdad, la bondad y la belleza, que trascienden la cultura y la espectacularidad y, mansamente, ir sembrando humanidad en los corazones”.

Eso es lo que queremos hacer con este medio que Dios nos ha encomendado: sembrar humanidad frente a lo que el Papa Francisco califica como el más grave pecado del mundo contemporáneo: “la globalización de la indiferencia”.

¿A qué te invito? A leernos, a promovernos con tus amigos, a suscribirte, a suscribir a alguien que tú quieras, a anunciarte con nosotros, a distribuirlo, a hacer comunidad de lectura con él, a convertirte en parte de este engranaje de comunicación católica.   No te vamos a fallar.

Publicado en El Observador de la Actualidad