México está lleno de joyas coloniales que los «buenos oficios» de nuestra clase política, desde la Reforma, ha mirado con indiferencia.
Las razones de esta falta de interés por preservar una parte de nuestra identidad, son tan oscuras como algunos personajes que han dirigido (políticamente) los destinos del país. Continuar leyendo
Karl Jaspers –uno de los padres del existencialismo cristiano– sostenía que existen dos elementos para juzgar a un médico: sus conocimientos sobre medicina y la categoría de su personalidad humana.
Este martes 18 de agosto ha iniciado en México una campaña nacional liderada por el Consejo Mexicano de la Familia A.B.P. (ConFamilia), con el objetivo de colectar dos millones de firmas y modificar un artículo de la Constitución para definir el matrimonio como la unión entre hombre y mujer, así como tutelar el derecho de cada niño por tener un padre y una madre.
Mirada en la perspectiva del tiempo, la diócesis de Querétaro podría decirse que es una diócesis amiga de sí misma; lo que los antiguos griegos pensaban que era la conciencia. Se trata de una diócesis con una profunda conciencia de su singularidad. Y, por lo tanto, de su propia misión.
Estimado “Abuelo”. Primero que nada, un abrazote. Seguro que la estás armando ya en el cielo. Tu “¡Viva la paz!”, santo y seña de homilías, encuentros y confesiones; juegos y bautizos, ha de empezar ya a convertirse en moneda de cambio lingüístico entre las huestes de San Pedro.
El presidente municipal de Colón, Alejandro Cabrera, ha puesto un ejemplo que, sin temor a equivocarme, merece el aplauso. Sucede que Cabrera encontró un “precipicio financiero” (le llaman “boquete”) de 30 millones de pesos —y contando—, fruto del buen ejercicio que la anterior administración del municipio queretano había llevado a cabo. Lejos de lamentarse ante los medios o ir con el gobierno estatal a ver qué le daban, él y los regidores decidieron unilateralmente reducir su salario en un 20%; 50% en participaciones y 10% adicional a los funcionarios de “primer nivel”.
El mes de octubre, para el mundo de la cultura en México, tiene una estación definida: Guanajuato. Un nombre: Miguel de Cervantes. Un apelativo: el Cervantino.
Esta semana, al igual que la anterior, he tenido que caminar por las calles de Querétaro. Un percance en mi coche me obligó andar a pie. Y me he encontrado con un panorama aterrador: Querétaro parece una ciudad bombardeada sin misericordia por docenas de regimientos de infantería.
Menudo jaleo se ha armado por la reforma al artículo 24 de la Constitución. Es el que habla de la libertad religiosa. Uno de los 30 derechos humanos fundamentales, que en México aparece como un derecho de segunda división. Nadie lo pela. Y cuando lo pela alguien es para criticar –cómo no—a la Iglesia católica. También a los católicos que defendemos este derecho humano, como válido y necesario para la paz.