Un soneto de Lope de Vega me ha acompañado en varias navidades en El Observador. No sé en cuantas. Pero cada vez que llega el invierno, y revivo el milagro de la Encarnación, lo quiero repetir, compartir, hacerme a la idea de que si bien soy ése que se queda dentro, en esta ocasión le abriré al Maestro. Y el entrará en mi casa y cenará conmigo…
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras? Continuar leyendo