Francisco Prieto es maestro, formador de periodistas, novelista, ensayista, dramaturgo, cronista y pensador católico de altos vuelos. Cercano a una gran generación de periodistas y periódicos o revistas católicas, comparte reflexiones importantes en esta entrevista exclusiva de El Observador.
–¿Qué te viene a la memoria como hecho importante de periodismo católico en la segunda mitad del siglo XX en México?
Creo que durante muchos años la revista SEÑAL+, dirigida por José N. Chávez González, y hecha por discípulos de don Carlos Septién García, jugó un papel importante entre los católicos de toda la República. Continuar leyendo
El 31 de marzo pasado, el sacerdote Omar Sotelo Aguilar de Sociedad de San Pablo y director del Centro Católico Multimedial (CCM), recibió la mención del Premio Nacional de Periodismo en Derechos Humanos por parte del Club de Periodistas de México, por el reportaje “Tragedia y crisol del sacerdocio en México”.
Alguna vez leí —se me quedó grabado el dato— que el PIB de Broadway (el distrito cultural de Nueva York) era similar al PIB de una república centroamericana, me parece que El Salvador. La llamada “economía naranja” (por llamarla de algún modo, como se llama “la economía verde” a la ecológica) es decir, la que proviene de apreciar económicamente a la cultura, puede (y debe) salvar al mundo y, desde luego, a nuestro país.
Para mi generación el 2 de julio de 2000 fue un parteaguas. Por muchas razones. ¿La principal? Que el cambio era posible. Lo que nos había sido sugerido como una quimera, de pronto se había convertido en realidad. Poco importaba que el que encabezara el cambio fueran Fox o el PAN. Era el abanderado de un México que en 1968 se había revelado en contra del autoritarismo de Estado y que en 1985 había descubierto la solidaridad por detrás, por abajo, por un lado de los controles oficiales.
A 100 días de haber iniciado su tumultuoso mandato, el presidente Donald Trump puede ser identificado no tanto por sus amigos —que son muy pocos— o por sus aciertos, sino por sus enemigos: dos de ellos, muy claros: México y la prensa.
Es muy complicado pensar en una nueva cultura democrática para México sin el acompañamiento de la lectura. Lejos del romanticismo retórico, leer nos hace ser nosotros mismos, ser de otro modo: ser más. Y cada que salen los levantamientos del Módulo de Lectura (MOLEC) sobre el comportamiento lector de los mexicanos mayores de 18 años —obviamente alfabetizadas— en ciudades con más de 100,000 habitantes, a uno se le cae el alma. O, más bien, uno se explica el por qué de los terriblemente malos gobiernos que padecemos.
En su libro En Busca de lo Real Perdido (Amorrortu, 2015) el filósofo, matemático y novelista francés Alain Badiou escribe lo siguiente: “Un síntoma interesante de nuestra sociedad es que el escándalo es en general un escándalo de corrupción. Resulta bastante curioso que la corrupción genere escándalo, ya que podríamos sostener que la sociedad está corrompida desde la A hasta la Z”.
El presidente Enrique Peña Nieto ha puesto en marcha un nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje con el cual toma efecto la Reforma Educativa. Se deja atrás la memorización, la repetición y la metodología de uno que enseña y otros que aprenden para poner en juego el “aprender a aprender” que ha motivado el desarrollo en mucho países del mundo.
Me figuro que ya no se usa el término “desatados” para los niños que andan corriendo por la casa. Los niños ya no corren, chatean sentados, quietos, como quien mira al limbo… Los que sí andan “desatados”, corriendo por nuestra casa que es México, son los “suspirantes” a la presidencia el lejano 2018.
Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos (apenas el 20 de enero pasado) se escucha muy a menudo en boca de los políticos, los empresarios, de nosotros los periodistas, el llamado, casi la exigencia, a los mexicanos para estar unidos.