La Iglesia no solo produce buenos católicos. También buenos ciudadanos. Pero con una condición: que tanto sacerdotes como laicos sepamos dar un paso adelante. Decir, “sí quiero”. Como en el altar, a la hora del matrimonio.
El paso adelante consiste en salir de la zona de confort. Ser católicos –y, por tanto, ciudadanos—de tiempo completo. Echarle la culpa al gobierno, al paso del cometa, a Estados Unidos o a la televisión vía satélite, al PRI, al PAN, al PRD…, es facilísimo. Lo que no es ni remotamente fácil es sacudirnos la modorra. Decir, “eso es papel de los laicos” o “que los curas no se metan en mi vida”. Continuar leyendo