La muerte de Fidel Castro ha reavivado el debate sobre las dictaduras. De izquierda o de derecha. Es lo mismo. Una dictadura se caracteriza no por su signo ideológico, sino por la imposición de la idea única. Y por la disposición a descartar a quien no esté de acuerdo con esa idea.
La de Cuba, desde 1959, alcanzó dimensión latinoamericana. Muchos años Castro exportó guerrilla. Y muchos años motivó el exilio de miles de ciudadanos que no soportaron ni la falta de libertad de expresión ni, mucho menos, la persecución religiosa. Castro se había educado con los jesuitas. Pero de poco le valió. Tuvo una infancia católica. Como tantos otros, cayó bajo el influjo de una ideología. En su caso la marxista, que considera a la Iglesia católica como “el opio del pueblo”. Continuar leyendo
Este número de El Observador el Tema de la Semana está dedicado a explorar los actos concretos con los cuales podemos extender –hasta el fin de nuestra vida—el testimonio más eficaz de nuestra fe: la misericordia.
Lo dijo con toda claridad Mónica Maggioni, presidenta de la RAI en el Foro Internacional del Paley Center (“el Davos” de los medios de comunicación en el mundo, celebrado por vez primera en Ciudad de México): en lo que respecta al triunfo de Donald Trump, “estamos desconectados de la realidad. Salimos a la calle a buscar las historias que teníamos en nuestras mentes en lugar de reportar las que estaban ahí fuera”.
Utilizamos el nombre de un célebre libro de Pascal Bruckner para ejemplificar lo que queremos decir en el tema de la semana de El Observador: ante el espejismo del tener, la realidad brutal del consumo exagerado; la forma como la miseria de los objetos termina tragándose la felicidad austera de la misericordia.
¿Un incidente trivial? ¿Un hecho aislado, como le gusta decir a la autoridad policiaca mexicana cuando no tiene explicación sobre algún asunto espinoso? Pueden ser factibles ambas hipótesis. Pero a un servidor le parece que la cabina del vuelo comercial de San Francisco a Puerto Vallarta es, exactamente, el microcosmos de lo que está sucediendo en Estados Unidos tras el triunfo del señor Trump.
Los seres humanos tenemos una predisposición, muy desarrollada, a simplificar. De la misma forma en que estudiamos la Historia –con mayúscula–, analizamos la Actualidad –también con mayúscula–: mediante un depurado proceso de simplificación.
Los cristianos tenemos un arma especial para combatir la angustia que nos provoca –como dice Francisco Septién Urquiza—andar buscando en el lugar equivocado: la esperanza. El poeta francés Charles Péguy decía que Dios mismo podía entender la fe y la caridad, pero la esperanza era algo rarísimo entre los hombres.
para Pepe Gordon e Ignacio Solares
Qué bien que el Papa Francisco nos regaló, al iniciar un mes de noviembre tan angustioso (sobre todo por las elecciones en el vecino), seis “nuevas bienaventuranzas” con que guiar nuestra vida de fe.
El Observador de esta semana ha decidido buscar, con cifras, conceptos, testimonios y reflexiones el rostro de los jóvenes, los “descartados” modernos que tanto preocupan –y ocupan—al Papa Francisco.