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Fidel

fidel_castroLa muerte de Fidel Castro ha reavivado el debate sobre las dictaduras.  De izquierda o de derecha. Es lo mismo.  Una dictadura se caracteriza no por su signo ideológico, sino por la imposición de la idea única.  Y por la disposición a descartar a quien no esté de acuerdo con esa idea.

La de Cuba, desde 1959, alcanzó dimensión latinoamericana.  Muchos años Castro exportó guerrilla.  Y muchos años motivó el exilio de miles de ciudadanos que no soportaron ni la falta de libertad de expresión ni, mucho menos, la persecución religiosa.  Castro se había educado con los jesuitas.  Pero de poco le valió.  Tuvo una infancia católica.  Como tantos otros, cayó bajo el influjo de una ideología.  En su caso la marxista, que considera a la Iglesia católica como “el opio del pueblo”.

Pudo recibir como comandante supremo de la revolución al Papa Juan Pablo II.  Y como líder moral de la revolución a Benedicto XVI y a Francisco.  La primera fue la visita más impactante.  Sobre todo, cuando el santo Juan Pablo II dijo aquello que apenas si se ha cumplido (de ambas partes); “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”.

De pronto, los cubanos abrían los ojos a una realidad deslumbrante que se les había arrebatado.  La realidad de la Iglesia que es madre y maestra en humanidad.  Que es libre y que se interesa por la salvación de las almas.

Y el mundo se dio cuenta de la enorme raíz religiosa del pueblo cubano.  Árbol que comenzó a crecer y que ahora, tras Benedicto XVI y las dos visitas de Francisco en menos de un año, ha reverdecido sus hojas.  Algo que contradecía los postulados de Fidel.  Y que quizá, a la hora de su muerte, le angustiaba.  Porque la infancia es la Patria del hombre.

Publicado en El Observador de la actualidad No. 1117

Un comentario

  1. Apreciable Jaime Septién:

    La muerte de Fidel Castro Ruz ha cimbrado a millones de personas en el mundo porque dado el tamaño de sus acciones y coherencia jamás pudo pasar desapercibido por nadie. Todo mundo sabía dónde estaba Fidel y dónde estaba Cuba.

    La obra de Fidel y la obra de la Revolución Cubana es inconmensurable.

    Fidel le dijo al papa Juan Pablo II en su visita a Cuba: “Bienvenido Santo Padre al único país del mundo donde la riqueza está repartida como lo pide el cristianismo”. Y Juan Pablo II que no era carente de palabras en los 14 idiomas que hablaba sólamente asintió la afirmación del comandante en jefe de la Revolución Cubana.

    Tus hermanos mexicanos que son millones (112) tienen un porcentaje muy alto de embargados. Su embargo tiene más años que el embargo inmisericorde que Cuba ha sufrido por 53 años.

    Quienes pertenecemos a la clase media, como tú, como yo. y que tenemos algunas libertades económicas e intelectuales porque tuvimos formación jesuítica no podemos olvidar, ni debemos olvidar, lo que Ignacio de Loyola advertía: “En tiempos de una fortaleza asediada cualquier desidencia es traición”.

    En este momento y desde hace muchos años no existe ningún niño cubano que esté en situación de calle, a pesar del atroz bloqueo de parte del coloso del norte.

    Tampoco podemos negar las grandes aportaciones que Cuba ha hecho a la medicina mundial.”Intelectus apretatus, discurrit”, decíamos en latín frecuentemente.

    El señor Sergio Méndez Arceo le dijo a Fidel: “Usted es un hombre iluminado por Dios”. Efectivamente Fidel dejó que el Espíritu Santo hiciera de las suyas con él por lo cual recibió la bendición de El Sermón De La Montaña casi plenamente.

    Lo mejor, siempre, Jaime.

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