Exactamente un día como hoy, 21 de enero, pero de hace 65 años (el mismo año de su trágica muerte en un accidente de aviación) el insigne periodista queretano Carlos Septién García (1915-1953) dictaba una conferencia magistral sobre “Medio de cultura y misión social”, en el Primer Congreso Nacional de Cultura Católica, celebrado en la ciudad de Guadalajara.
Como no podría ser de otra forma –llevaba el periodismo y el catolicismo en los más profundo de su alma—el “medio de cultura” era el periódico, más aún, el periódico católico; Continuar leyendo
Los cristianos estamos divididos; los pueblos están divididos, los políticos están divididos; las familias se hacen la guerra… Ojo, ésa es la visión terrorista que quieren sembrar lo modernos zares de la intoxicación social; los “hackers” de hoy en día (muchos miran a Rusia), quienes tienen dos maravillosas herramientas para lograr el propósito del descrédito a todo lo que es bueno: las redes sociales e Internet, y la credulidad bobalicona de millones de usuarios que les dan la importancia que le daban los antiguos griegos al oráculo.
Cada víspera e inicio de año, los adivinos nos disparan una serie de predicciones que, normalmente, quedan en eso: en dichos sin sustento. Los horóscopos y sus seguidores dan augurios que halagan al que es Escorpión, Libra, Géminis… Los economistas hablan de crecimiento –que jamás se da—y los politólogos de catástrofes, que siempre son peores.
Nadie puede evitar una sensación de nostalgia: se ha ido un año más de la cuenta con la que Dios nos ha dotado para vivir esta vida. Al mismo tiempo, la ilusión y la esperanza: el año próximo, 2018, seré mejor, me esforzaré más, trabajaré por la casa común, por el bien de los otros, por Cristo en los pobres…
Un soneto de Lope de Vega me ha acompañado en varias navidades en El Observador. No sé en cuantas. Pero cada vez que llega el invierno, y revivo el milagro de la Encarnación, lo quiero repetir, compartir, hacerme a la idea de que si bien soy ése que se queda dentro, en esta ocasión le abriré al Maestro. Y el entrará en mi casa y cenará conmigo…
Acelerados por la novedad digital hemos cambiado el modelo de vida que aún persistía en la generación de nuestros padres. Para ellos –quizá aún para alguno de nosotros—lo mejor era lo que permanecía. Ahora mismo, lo mejor es lo que cambia, lo que me permite estar, momentáneamente, en “la cresta de la ola”.
¨¿A quién debe pues mayor amor (América Latina entera) que a esta Medianera de amor de todos los hombres, que nacida en tierra de México es medianera de amor entre lo Infinito y la humanidad entera?”.
Un viejo dicho de los estudiosos de la comunicación es el acuñó el sociólogo canadiense (y católico) Marshall McLuhan: “El medio es el mensaje”. Frente al “Acontecimiento Guadalupano”, y para entender la actualidad del mensaje de la Virgen de Guadalupe a los mexicanos, a todos los cristianos, habría que transformar ese dicho en el siguiente: “El mensajero es el mensaje”.
¡Viva Cristo Rey! fue el santo y seña de los cristeros. Incluso al momento de ofrecer su pecho a los fusiles del “supremo gobierno”. En el paredón era donde probaban su fe. Hoy el paredón es otro.
Con su acostumbrado taladro contra la mundanidad cristiana, el Papa Francisco instituyó este 33º Domingo del tiempo ordinario la Jornada Mundial de los Pobres. Su mensaje comienza (sin la menor señal de anestesia) citando una frase del discípulo amado: «Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras» (1 Jn 3,18).