Sucedió un domingo, en la parroquia de San Pablo de la Cruz, en Corviale, una barriada del extra radio de Roma. El protagonista se llama Emanuele. Tiene diez años y tres hermanos. Los cuatro fueron bautizados. Su padre murió hace poco. Y temía que no estuviera en el cielo. Pero no podía expresarlo en público.
El Papa lo llamó, le pidió que le susurrara al oído su inquietud. Le dijo unas palabras a Emanuele y éste regresó, envuelto en lágrimas (de sinceridad extrema) a su lugar entre los otros niños del barrio. Continuar leyendo
El Papa Francisco ha vuelto a dar un campanazo que cimbra a todos los católicos que tienen ganas de vivir al extremo su fe: la publicación de la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual.
Niños soldado, niños usados como juguetes sexuales, niños quemados con cigarrillos por sus padres, abandonados en bolsas de plástico nada más nacer; infancia vulnerada por una noción cada vez más fútil de «tener hijos»; de considerar a los hijos como «un accidente» al cual tenemos que poner un alto o desembarazarnos de ellos lo más pronto posible. ¿Qué podemos hacer, como sociedad, ante esta horrible perspectiva de un futuro con mujeres y hombres hechos añicos en su infancia?
“Los ancianos son una riqueza, no se pueden ignorar, porque esta civilización seguirá adelante sólo si sabe respetar su sensatez y su sabiduría», expresó el Papa Francisco durante la catequesis de la audiencia general del 4 de marzo de 2015.
Las ciudades crecen mientras el campo se queda solo. Los suburbios se han convertido en verdaderas junglas. Sálvese quien pueda. Y los partidos políticos –hoy más partidos que nunca—a lucrar: “dame tu voto y vas a tener mejores promesas”.
Una película muy famosa, con Charlton Heston como protagonista, se llamó en español “Cuando el destino nos alcance” (1973). Aunque se trataba de un futuro donde no había alimentos y una sola compañía decidía sobre vida y muerte de 40 millones de neoyorquinos que habitaban la urbe en 2022, lo cierto es que advertía –si se quiere de una manera exagerada— los riesgos de un poder que desprecia la dignidad de las personas y las desecha en cuanto “dejan de servir”.
La Jornada Mundial de Ayuno y Oración por la Paz, convocada por Francisco para el viernes 23 de febrero, nos interpela, ese día y ojalá en adelante, a ser protagonistas de un mundo de paz.
La Cuaresma es un «tiempo fuerte» de la Iglesia; un tiempo que invita a la conversión, al desprendimiento, a la compasión y a la caridad. El camino de este desierto cuaresmal comienza con la ceniza y acaba con la Cena del Señor. Recuerdo de que somos polvo, sí, pero que en ese polvo que somos llevamos la impronta de Dios, su aliento, su promesa de salvación.
Tenemos una enorme responsabilidad este 1 de julio de 2018: votar por el bien posible y olvidarnos de votar por el mal menor. ¿Cómo es eso?
El séptimo viaje pastoral que ha hecho Francisco a América fue impresionante. Primero, por los retos que tuvo que enfrentar: dos iglesias –la de Chile y la de Perú—duramente cuestionadas por casos de pederastia y abuso sexual y, segundo, por enfrentar la esperanza puesta en él de pueblos que han sufrido sinfín de desastres naturales, políticos y económicos.