La polarización en México no solamente es entre partidos; es la horrible distancia entre quienes se creen “buenos” y “puros” contra sus enemigos, los “malos” y los “impuros”.
En este momento, cuando iniciamos la cuenta regresiva del voto en las elecciones del 1 de julio, ¿los católicos tenemos algo qué decir? Continuar leyendo
El 19 de junio de 1921, a la una y veinte minutos de la madrugada, cuatro días después de cumplir 33 años, Ramón López Velarde, el católico poeta de la “Suave Patria” (su último poema) muere asfixiado por la neumonía y la pleuresía. Había recibido los santos óleos del jesuita Pascual Díaz, luego arzobispo de México.
Maité, mi esposa, suele caracterizar lo que sucede en América Latina con el Mito de Sísifo. Sísifo fue condenado por los dioses griegos a llevar una piedra hasta la cima de un monte, tan solo para verla rodar de nuevo.
El martes 29 de mayo, por la mañana, murió un ser humano excepcional, al que El Observador y mi familia le deben demasiado: el arzobispo emérito de San Luis Potosí, don Arturo Szymanski. Apenas el día anterior Maité y yo le pedimos, por teléfono, su bendición. Nos la dio. Y remató, como siempre: “Saludos a la tropa; cuídenla mucho”.
Hace poco partiste a la Casa del Padre. Habías prolongado tu misión para enseñar a los que te rodearon, de cerca o de lejos, el ignorado asombro de estar vivos. La tuya fue ese tipo de lección, nacida del dolor, que crece si los otros son capaces de mirar lejos, más allá de la carne que se extingue.
“A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí”, dijo en alguna ocasión el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Y creo que tiene razón.
En una de las jornadas de Pastoral Social en Buenos Aires, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, dio a los participantes las claves para pensar y construir un país mejor para todos. Es lo mismo que estamos tratando de hacer en El Observador en este número dedicado a desmenuzar la herramienta máxima de la Iglesia para enriquecer a la sociedad: su Doctrina Social.
El domingo 6 de mayo de 1518 se celebró la primera Misa en lo que actualmente ocupa el territorio mexicano. Fue en las costas de Quintana Roo, durante la expedición de Grijalva. Hay quien se disputa el lugar. No es lo importante. Lo que sí importa es la pregunta: ¿en medio milenio le hemos abierto las puertas a Cristo?
A la abuelita de mi mujer, María, le decían “Mayo”, o “Mayito”. Siempre me ha parecido algo más que un apodo: una relación muy fuerte. Mayo, como mes, es el “Mes de María”. O al menos lo era para mi generación. Parece ser que ya no.
Viendo la inminencia electoral, hombres y mujeres de buena voluntad (que los hay) se han dado a la tarea de pedirle a los votantes se informen sobre cualidades y defectos de los candidatos a la presidencia, a las gubernaturas, a las presidencias municipales, diputaciones, senadurías…