Un soneto de Lope de Vega me ha acompañado en varias navidades en El Observador. No sé en cuantas. Pero cada vez que llega el invierno, y revivo el milagro de la Encarnación, lo quiero repetir, compartir, hacerme a la idea de que si bien soy ése que se queda dentro, en esta ocasión le abriré al Maestro. Y el entrará en mi casa y cenará conmigo…
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras? Continuar leyendo
No existe un método probado para que en la era de la post-verdad en la que nos encontramos, seamos capaces de cribar lo falso de lo verdadero; lo engañoso de lo espectacular; lo correcto de lo tendencioso, lo real de lo virtual…
Acelerados por la novedad digital hemos cambiado el modelo de vida que aún persistía en la generación de nuestros padres. Para ellos –quizá aún para alguno de nosotros—lo mejor era lo que permanecía. Ahora mismo, lo mejor es lo que cambia, lo que me permite estar, momentáneamente, en “la cresta de la ola”.
(Segunda y última parte)
¨¿A quién debe pues mayor amor (América Latina entera) que a esta Medianera de amor de todos los hombres, que nacida en tierra de México es medianera de amor entre lo Infinito y la humanidad entera?”.
Un viejo dicho de los estudiosos de la comunicación es el acuñó el sociólogo canadiense (y católico) Marshall McLuhan: «El medio es el mensaje». Frente al «Acontecimiento Guadalupano», y para entender la actualidad del mensaje de la Virgen de Guadalupe a los mexicanos, a todos los cristianos, habría que transformar ese dicho en el siguiente: «El mensajero es el mensaje».
El cada día más interesante filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han comienza su libro La Salvación de lo Bello con esta frase: “Lo pulido, pulcro, liso e impecable es la seña de identidad de la época actual”. En el arte y en todas las manifestaciones del espíritu, lo que cuenta, lo bello, es lo que no tiene pliegues, rugosidades, lo que se puede comprar y vender.
¡Viva Cristo Rey! fue el santo y seña de los cristeros. Incluso al momento de ofrecer su pecho a los fusiles del “supremo gobierno”. En el paredón era donde probaban su fe. Hoy el paredón es otro.
En publicidad directa, en camisetas de futbolistas, en el interior de películas y programas de televisión, en espectaculares y en todo tipo de representaciones, el alcohol es parte de la oferta mercadotécnica de una vida interesante, intensa, relajada, al gusto de la época, del adulto contemporáneo, que sabe decidir cuántos tragos son necesarios para su vida social plena.