¿Es posible combatir la pobreza?

Es cosa de todos los días. Los medios de comunicación hacen de caja de resonancia a la situación global. La crisis. Es la palabra que está en boca de todos y genera las más variadas discusiones y análisis; pero mientras algunos siguen buscando a los culpables, otros plantean la reflexión desde una perspectiva más profunda. ¿Es posible combatir la pobreza, actuar con justicia y construir la paz en tiempos de crisis global? Pregunta el cardenal centroamericano Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Caritas Internationalis.

Necesario el fundamento ético

El cardenal Rodríguez Maradiaga, un profundo conocedor de la realidad actual a nivel global y encargado de la más prestigiada y mayor agencia de ayuda al prójimo y de promoción humana en el mundo, piensa que la solidaridad y la responsabilidad ética son los caminos por los cuales debe pasar la superación de la crisis: «Se necesita un fundamento ético desde el cual formular intentos de respuesta a la crisis de hoy», sostiene en este pequeño libro (26 páginas) que el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) ha publicado recientemente.

En su análisis, señala el presidente de Caritas que la situación de crisis crea grandes turbulencias, incertidumbres, vacíos, amenazas y ausencia de criterios axiológicos; y apunta que el signo de nuestro tiempo es la falta de equidad: «el 20% más rico de los pueblos en el mundo recibe el 80% del ingreso mundial». Y denuncia la paradoja: «los países más ricos tienen una enorme capacidad para hacer el bien, pero compulsivamente pierden todas las oportunidades de que disponen para hacerlo». E ilustra, a manera de ejemplo: «Estados Unidos destina 450 mil millones de dólares al gasto militar y sólo 12 mil millones para fomentar el desarrollo de los países pobres».

¿Dónde está la raíz de esta crisis? El cardenal Rodríguez Maradiaga no lo duda: en el mundo hay un déficit de ética, que se refleja en la corrupción y la negligencia como uno de los principales males que la abonan. Pero, desde luego, tiene mucho que ver la concepción de mercado en la economía neoliberal, sistema que se mueve en la lógica de la privatización de las empresas y los servicios y la generación de una cultura de la competencia que sólo ha traído como resultado la creciente brecha entre los sectores con poder adquisitivo y las mayorías sin acceso a los bienes que se ofertan.

Al hablar del papel del Estado en la economía, cuestiona si éste tiene que ser sólo protector del mercado o debe participar en la actividad económica, especialmente ante la famosa «mano invisible» que en lugar de reguladora de la economía se ha vuelto ladrona.

La doctrina social de la Iglesia como faro

En el momento central de su reflexión, el arzobispo de Tegucigalpa afirma que «la doctrina social de la Iglesia no ha perdido actualidad; al contrario, mantiene su vigencia frente a un sistema económico que ha perdido la orientación fundamental y produce egoísmo y codicia». Afirma que a lo largo de los últimos siglos en el magisterio de los Papas, al referirse a las cuestiones sociales y económicas,  destaca el llamamiento a la solidaridad y a la responsabilidad.

La fraternidad es entonces la piedra de toque de la sociedad contemporánea y todos estamos llamados a darle contenido a esa globalización de la solidaridad que demanda un mundo que se une por múltiples intereses de los cuales el ser auténticamente humanos es algo prioritario y trascendental.

Recordando el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de Benedicto XVI para este año 2009, «Combatir la pobreza, construir la paz», dice que la situación actual se plantea a la conciencia de la humanidad, porque «ofende a la dignidad innata» y compromete el auténtico y armónico progreso de la comunidad mundial.

Rodríguez Maradiaga, Oscar Andrés, ¿Es posible combatir la Pobreza? IMDOSOC, México, 2009