En 1957 “los pequeños gigantes de Monterrey” hicieron historia. Contra todo y contra todos, jugaron y ganaron la Serie Mundial Infantil en lo que es la sede del Salón de la Fama del Beisbol: Williamsport, Pensilvania.
Se acaba de estrenar en salas mexicanas —con bastante retraso, por cierto— la película The Perfect Game —dirigida por William Dear y protagonizada por Clifton Collins Jr., en el papel del manager de los pequeños, César Faz, y por Jake T. Austin, como Ángel Macías, el niño que impuso una marca difícil de volver a repetir: la de tirar un juego perfecto (ningún bateador llegó a pisarle la primera base) en una Serie Mundial Infantil.
Como aficionado al beisbol que he sido durante toda mi vida, el ver llevada a la pantalla esta hazaña, me dio un gusto tremendo. Pese a las evidentes deficiencias del filme, que presenta a Monterrey en la década de los cincuenta del siglo pasado como si fuera la Candelaria de los Patos en el siglo XIX, y que trata “lo mexicano”, con una suerte de conmiseración folclórica, la verdad es que gocé mucho un triunfo de mexicanos de hace 53 años, pero que hoy debería contarnos la historia de lo que podemos hacer si tenemos fe.
No fe en el gobierno (ponen a un par de personajes siniestros, dispuestos a mangonear al entrenador para que cambie de pitcher, como siempre sucede cuando el gobierno mexicano mete la mano en el deporte), ni fe en la supuesta “superioridad” de la “raza cósmica”. Nada de eso: fe en Dios y en la historia de la Patria, que no se arredra ante la adversidad. Ante ninguna adversidad. Además: trabajo en equipo, disposición a la obediencia, esfuerzo, tenacidad y no tirar la toalla a las primeras de cambio, como, de ordinario, hacen nuestros atletas y nuestros funcionarios.
Si no estuviera tan usado el término, diría que se trata de una historia de inspiración que necesita México hoy mismo. Repito, por encima de los saltos del guión, de las actuaciones, del tono entre melodramático y melcochoso, hay un mensaje que nos viene del Norte (la película está facturada en Estados Unidos, los actores son de allá excepto Patricia Manterola y algunos extras, etcétera): México tiene mucho por hacer y si se junta, puede hacerlo.
En tiempos en que una ley idiota, como calificó Carlos Fuentes a la “Ley Arizona”, amenaza con estrechar más aún el cerco contra nuestros paisanos que se van a ganar la vida al otro lado de la frontera, es urgente que veamos esta película y nos hagamos una sola pregunta: ¿qué estamos obligados a hacer para que nuestro talento se quede en México?
La respuesta la dieron hace 53 años estos “pequeños gigantes” de Monterrey, comandados por Ángel Macías. Recuperar nuestras raíces, nuestra identidad cristiana, saber que juntos podemos vencer la discriminación, el desempleo y hasta en beisbol a la nación más poderosa del planeta, con todo y sus 16 centímetros de diferencia en estatura media con respecto a nosotros.