México es un país de ciudadanos agraviados pero en el que, paradójicamente, solo uno de cada diez delitos es denunciado por la víctima. Las justificaciones son muchas. Y la llamada “cifra negra”, es decir, la cifra real de la incidencia delictiva del país, crece y se arraiga en la vida cotidiana de la gente, por el inmenso número de casos no denunciados o sin averiguación.
Muchos de nosotros, cuando leemos las cifras que manejan las autoridades, nos quedamos perplejos, no las creemos. “Son mucho más los crímenes, las desapariciones, los robos…”, solemos pensar. O lo decimos en la mesa del café. En efecto: son mucho más. Pero no siempre el gobierno tiene la culpa. La tiene el que es agraviado y no denuncia.
Entiendo que la mula no era arisca, que la hicieron a palos. Los que no denuncian y han sido víctimas, no lo hacen (31 por ciento) porque lo consideran una pérdida de tiempo, mientras que otros (16 por ciento) no denuncian por simple y mera desconfianza en las autoridades, según se desprende del Reporte Ethos: Descifrando el Gasto Público en Seguridad.
Actualmente, el delito de fuero común más frecuente en el país es el robo, principalmente de vehículos y a transeúnte, seguido de las lesiones y los delitos patrimoniales.
Los homicidios sólo representan dos por ciento de los actos violentos que se dan en México. De acuerdo con el Reporte Ethos, la cifra negra de los delitos varía, ya que mientras el robo de autos es uno de los que más se denuncia, poco se denuncia la extorsión y el robo de autopartes.
“No todos los delitos presentan una cifra negra tan elevada. El robo total de vehículos es el crimen más denunciado, siendo su cifra negra de 34 por ciento. Por su parte, la extorsión, el robo o asalto en la calle o transporte público y el robo parcial de vehículos son los delitos que menos se denuncian, ya que presentan una cifra negra de 98.4 por ciento, 95.8 por ciento y 94.8 por ciento (respectivamente)”, menciona el informe presentado la semana pasada.
Se supondría que a menor cifra negra, mayor capacidad de perseguir el delito. Y esto es lo que no entendemos muy bien los mexicanos. Pero, en un país en el que 95 de cada 100 personas jamás ha participado en un organismo social fuera de su trabajo u ocupación habitual, un buen principio sería, justamente, alentar desde todos los ámbitos la cultura de la denuncia.
Sería el primer paso para fomentar lo que hace falta en cada rincón de la Patria: la cultura de la legalidad.
Publicado en la revista Siempre!