El reality show que ha montado Donald J. Trump para llegar a la Casa Blanca ha sido denostar a México y lo mexicano. La estrategia que lo ha llevado, incluso, a enfrentarse con medio mundo, incluido el Papa Francisco. La pregunta es: ¿de dónde se cuelga Trump para alimentar esta estrategia? ¿Qué hay detrás?
Independiente de las locuras del magnate republicano, algo hay de fondo mucho más pragmático: la constatación de la mala reputación que tiene México entre los ciudadanos de Estados Unidos y que se consolida con la reciente investigación llevada a cabo por el Instituto de Reputación (IR).
Este organismo, en su estudio “RepTrak” que analiza la percepción sobre los ciudadanos de 52 países entre el llamado G-8, los 8 países más industrializados del mundo (Canadá, Francia, Italia, Estados Unidos, Alemania, Rusia, Japón y Reino Unido). Encontró variables que bien pueden estar alimentando las diatribas de Trump.
Por ejemplo, que con respecto a la reputación mexicana en Estados Unidos, ésta se encuentra por los suelos. La reputación de México entre los estadounidenses solamente está por debajo de la de sus “enemigos” como Rusia (de la Guerra Fría) e Irak e Irán (de las guerras del Golfo Pérsico y el ataque de septiembre 11 de 2001), pero por debajo de Cuba y Venezuela.
En el índice del G-8 a nivel global, Canadá es el país con mejor reputación, con 78.1 puntos (en la escala de 0 a 100), mientras que México se encuentra en el lugar 37, con 50.1 puntos, 13 puestos abajo del promedio mundial de reputación, situado por el IR en 56.3 puntos.
Pero lo que destaca de este índice es que la reputación mexicana en Estados Unidos es tremendamente mala: apenas 30 puntos sobre 100, siendo que comparten frontera, y son socios comerciales uno del otro país. La percepción negativa de los estadounidenses es sobre corrupción e inseguridad, mientras que la positiva de los europeos es que México posee una gran amabilidad de su gente, un espectacular entorno natural, diversidad cultural y “grandes oportunidades de ocio”.
Evidentemente, las características positivas (europeas) de México poco importan a Trump, cuando las negativas (estadounidenses) pueden propiciarle votos.
En otras palabras: el tema de Trump es meramente electoral. O, como se suele decir en México, “electorero”. Aunque, hasta el momento, muy efectivo.
Publicado en Revista Siempre!