Querido Fidencio: la madrugada del lunes pasado supimos tu nombramiento como nuevo obispo de San Andrés Tuxtla. Era el día en que el Nuncio, Christophe Pierre celebraba, junto con toda la diócesis de Querétaro, los 150 años del Seminario.
Noté al Nuncio muy contento por tu nombramiento. Como el obispo de Orizaba, Eduardo Cervantes, tú también vienes de la pastoral social. La van a armar en grande en Veracruz. Enhorabuena por esa porción de la feligresía mexicana, especialmente la población indígena. Como los migrantes, como los pobres, tendrán en ti un hermano. Y un constructor de puentes. La mano del Papa Francisco se siente, se siente…
Vamos a ver: se trata de una Iglesia en estado de Misión Continental permanente. Tú y Lalo Cervantes la coordinaron con monseñor Faustino Armendáriz. Conoces los gestos del Papa Francisco, los aplicaste muchos años antes de que lo nombraran Papa. Sabes mirar al que tiene necesidad de ser mirado. Y sabes muy bien contemplar sin prejuicio la dimensión humana de la fe.
Eres, además, un catequista natural; un narrador de historias; un escrutador de imágenes. Los vitrales que mandaste a hacer en tu última parroquia, los del padre Prisciliano Hernández, son eso: el reto de hacer transparente la verdad. Y de hacer que la verdad llegue hasta los humildes. Tú amas a los humildes.
Sentados a la mesa, el día de tu nombramiento, el padre Israel Arvizu me dijo algo conmovedor: “Esta es la Iglesia”. Sí, ésta es. La de la comunidad de los bautizados. La buena madre que nos enseña, nos alivia, nos cobija y nos detiene de caer en el abismo del egoísmo. La Iglesia que quiere Francisco. Hoy, a dos años de su pontificado, contigo, mi buen Fide, lo confirma.
Publicado en El Observador de la Actualidad