Google ocupa el primer lugar entre las empresas donde los jóvenes latinoamericanos quisieran trabajar, según la encuesta “Empresa de los Sueños de los Jóvenes 2014”, realizada a 77 mil 840 jóvenes universitarios, que incluye a todos los países del subcontinente. En tanto, Steve Jobs es el líder más admirado por los jóvenes latinoamericanos.
No es algo que pueda sorprendernos, sobre todo si hemos estado en alguna de las capitales de Sudamérica últimamente. Al igual que México, Monterrey o Guadalajara; Lima, Santiago o Buenos Aires son una efervescencia de muchachas y muchachos colgados a sus dispositivos móviles, generando un modelo de cultura que todavía no sospechamos dónde va a rebotar.
Y ese modelo tiene a su gran dios en el fundador de Apple y a su enorme autopista que es Google. Los jóvenes de la cultura que Michel Serres llama “la cultura de pulgarcita y de pulgarcito”, habitan otro espacio, otro tiempo, otro lugar, tienen una cabeza diferente a la nuestra, la generación del boom de la televisión. Serres habla de pulgarcita/pulgarcito por la velocidad con que usan los pulgares para estar interconectados.
¿Son más analfabetas hoy? No lo creo. La movilización del saber que propicia la sociedad red —con Jobs y Google entre sus mitos fundacionales— implica otros saberes, otras formas de comportamiento. Lo que sí resalta es la soledad intercomunicada, la soledad más sola de estas nuevas tribus urbanas que van juntas pero no mirando ni charlando con su compañero de al lado, sino con alguien que no ven, que está cerca pero solamente de manera virtual.
Muchos han ido cambiando su visión apocalíptica de este mundo nacido antier. Como el de la razón y el del libro, el de la conexión e Internet tendrá miles de aristas por dónde irse descolgando, desarrollando, proponiendo un uso liberador de la conexión y otro, que es el que ha privado hasta hoy, aherrojado al capitalismo de consumo acelerado. Este mundo ya tiene sus tótems. Habrá que ver por dónde irán sus tabús.
Publicado en Revista Siempre!