Una vez concluida la jornada electoral, es el tiempo propicio para la reflexión serena de nosotros, los ciudadanos, sobre el porvenir de nuestra Patria. Los resultados electorales están a la vista —y a la interpretación— de todos. México necesita crear una nueva ciudadanía. Y eso no se da por decreto: se da “desde abajo”, desde la ciudadanía misma.
Es imposible arrebatarle la política a los políticos (y a los partidos), cuando solamente tres de cada diez mexicanos han hecho alguna vez algo diferente a su trabajo. Somos de los últimos lugares de América Latina —ya no nos comparemos con Estados Unidos o Europa— en términos de participación social ciudadana. Chile, por citar un ejemplo, quintuplica a México en obras y acciones cuyo ingrediente básico es la ciudadanía organizada.
Buena parte de los males nacionales se los atribuimos a la política y a los políticos. No es exacto. Los medios electrónicos de comunicación nos han machacado esa autoría. Por dos vías: primero, dándole una cobertura exagerada a los escándalos y “amarrando navajas” entre los actores de la política nacional; segundo, dándole poco espacio, poco interés y una cobertura casi por obligación a las grandes noticias que son los pequeños movimientos sociales, de todo el país, a favor de los demás. En este segundo punto, Televisa se queda con el Teletón y TV Azteca con el Movimiento Azteca. Lo demás, prácticamente, no existe.
Acción social no es exclusiva de los movimientos ecologistas. Hay un trabajo enorme que hacer por cada uno de nosotros en contra de la pobreza, del hambre, del abandono, del maltrato a los ancianos, del trabajo infantil; en la promoción del empleo, de los microcréditos, del salario justo, de la defensa sustentable de la familia como célula básica y fundamental de la sociedad, etcétera. Por supuesto, acción social no es exclusiva del gobierno. Éste siempre está muy ocupado participando en elecciones y calculando los “costos políticos” de hacer o de no hacer algo (generalmente, de no hacer ese “algo”).
La nueva ciudadanía a la que aludo, tiene un objetivo: actuar como contrapeso real a las acciones de gobierno. Las marchas y los mítines resuelven poco, casi nada. La verdadera presión al gobierno, en sus tres poderes, está en otra parte, está en cómo una sociedad se organiza para hacer por sí misma lo que le corresponde a ella misma hacer. Nadie nos va a regalar esos espacios. Los tenemos que conquistar nosotros. Y en esa conquista, los medios, especialmente los de alcance nacional, tienen una función y una asignatura pendiente.
Publicado en la revista Siempre! (12 de julio de 2009 Núm.2926)