Una era en la que la información corre por todos los carriles, especialmente por los carriles digitales, no quiere decir (antes al contrario) que estemos bien informados. El Observador de esta semana le entra a un tema más que importante: que somos lo que leemos.
En la página 2 publica un panorama de cómo y dónde nos informamos. Los mexicanos, pese a todo lo que saben de ella, siguen considerando a la televisión como la primera fuente informativa.
Sin satanizar a nadie en la página 3 Diana Rosenda García revisa la “tentación” de estar desinformado que ahora tienta a muchos usuarios de los medios. Pero la desinformación tiene consecuencias muy graves que usted podrá consultar en la página 4, sobre todo el tema del “pizzagate” que estuvo a punto de provocar una tragedia en Washington.
Dos consejeros editoriales de esta casa, Felipe Monroy y Francisco Prieto, en las páginas 5 y 6, hablan desde su experiencia de ocho ideas para ser un lector con los pies en la tierra (y no dejarse engañar, por ejemplo, con las tonterías que luego “dicen” que “dijo el Papa”) y de que vivimos en una sociedad de desarraigados porque la verdad –la mera verdad– ya no importa mucho.
Otros temas ocupan nuestras páginas interiores. Resaltamos una estupenda reflexión sobre el regreso del fascismo populista de la mano del internacionalista y articulista de cabecera de este periódico, Georg Eickhoff (página 11), que termina diciendo que en el nuevo orden mundial (el de Trump), “Estados Unidos ya no simboliza la conciencia de actuar dentro de una misión global que saca las conclusiones de las catástrofes del Siglo XX, sino se dispone a encabezar las catástrofes del Siglo XX!“. ¡Buena lectura!
Publicado en El Observador de la actualidad No. 1125