Muchos piensan que la profesión más peligrosa es la de torero, o la de corredor de autos, escalador de montañas, arponero en la Malasia o conductor de pipas en Xalostoc. También hay quien dice que es la de vendedor de gorditas de nata en el Periférico, domador de rodeo, franelero en Polanco. No es así; en el mundo moderno —plagado de mediaciones comunicativas— el periodismo representa, en todas sus versiones, la profesión más vulnerada y más vulnerable de todas.
Reporteros Sin Fronteras (RSF) nos mantiene al tanto de este tema, que en los últimos años ha superado la barrera de los medios tradicionales (prensa, radio, TV) y ya ha llegado al mundo de Internet. En este momento —según RSF— hay 162 internautas encarcelados, 29 más que en 2012. Nueve internautas y periodistas ciudadanos fueron asesinados en 2013, ocho de ellos en Siria. La mayoría de los internautas encarcelados son de China, Vietnam e Irán.
Las redes sociales, los blogs, en fin, el periodismo ciudadano no institucional se juega el pellejo, aunque no tanto como el periodismo escrito. Pero que lleguen los tentáculos del poder hasta estos territorios, implica un grave ataque a la libertad de expresión que —por vez primera— está en las manos de la gente (ahí el caso de “Lady Profeco” para atestiguarlo).
Hay un nuevo enfrentamiento —sordo y terrible—entre quienes poseen las nuevas herramientas de comunicación, incluyendo los celulares, y gobiernos totalitarios, que ven con malos ojos que haya un espacio de libertad incontrolable. Se han diseñado castigos, especialmente en Medio y Extremo Oriente, que contemplan prisión o eliminación del usuario por vías extra legales, por supuesto.
El periodismo ciudadano enfrenta, por citar el ejemplo extremo, una tremenda represión en Siria. Y el periodismo institucional (profesional) en Iraq, Somalia y Filipinas, seguidos por países de nuestro continente como lo son Cuba, Brasil, Colombia y México. Nuestro país, dice RSF es “el país más peligroso del continente para los periodistas”, con un balance de 86 asesinados y 17 desaparecidos desde el año 2000. Doloroso balance de los gobiernos panistas. Y la cosa —parece— no va a cambiar mucho.
Publicado en Revista Siempre!