El domingo pasado el periódico de la diócesis de Saltillo, que circula junto con El Observador, cumplió un año. Voces de Esperanza lo llamaron, tras un concurso abierto. Hoy es una estimulante realidad, un producto de la vida de una Iglesia que ya no se va a mantener al margen del paso de la historia.
Voces de Esperanza comenzó con 200 ejemplares. Ya va en mil. Y en unas semanas –según lo ha dicho el obispo de Saltillo, fray Raúl Vera López—dará el salto, junto con El Observador, al color, a las ocho páginas, «encamisando» a nuestro semanario. Poco a poco, con la ayuda de Dios y de los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que no se conforman con las montañas de basura de muchos medios comerciales, pero tampoco con la publicación piadosita, olorosa a naftalina, El Observador se va convirtiendo en aquello que fue el sueño fundacional que compartimos con los obispos del Bajío: un periódico que vuelva a poner en la discusión pública el parecer de los católicos en México.
Numerosas voces nos han confiado su fidelidad al semanario. Me conmueve leer los testimonios de los comunicadores populares de la diócesis de Saltillo, el del capellán de Nuestra Señora de los Ángeles, el padre Luis Fernando Nieto; las palabras de Maru Arriaga, coordinadora de comunicación y cerebro de Voces de Esperanza, de Juan Jesús Morales, del padre Gerardo Escareño, del propio fray Raúl Vera… Hemos sembrado Iglesia juntos. Desde el periodismo. Desde el darle voz a los sin voz. El «Año de la Fe» nos agarrará de subida. ¿Hacia dónde? Hacia el corazón de un ideal: que en nuestro país haya paz, pero con justicia.
Tenemos que renacer. Y volcar nuestra creatividad en el nombre de Jesús.
Publicado en El Observador de la Actualidad