Trump y la prensa

A 100 días de haber iniciado su tumultuoso mandato, el presidente Donald Trump puede ser identificado no tanto por sus amigos —que son muy pocos— o por sus aciertos, sino por sus enemigos: dos de ellos, muy claros: México y la prensa.

Sobre México se ha escrito mucho y este no es un espacio para hacerlo. Pero sobre la tirante (e inédita) relación de Trump con todos los medios importantes de Estados Unidos, excepto la cadena Fox News, apenas si se empieza a descorrer el velo.

En campaña se creía que era parte de la estrategia Demócrata. Pero ahora ya no es posible ni ese pretexto ni esa justificación: la guerra ha sido declarada. Y por el propio Trump, a quien le llaman ya “el tuitero en jefe”, por su propensión a dar a conocer sus opiniones personales (¿qué no era el presidente de todos los estadounidenses?) a través de esta red social de los 140 caracteres.

La nota de esta semana fue la abrupta suspensión de una entrevista que sostenía con él, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, John Dickerson de la cadena de televisión CBS. La entrevista fluía como si fuera una charla informal.

Pero, de pronto, Trump se enfadó al momento en que Dickerson insistió en preguntarle sobre la evidencia de que Obama le hubiera espiado durante la campaña a la presidencia.

Ahí se sintió acorralado y dijo: “Es suficiente, gracias, muchas gracias”. Y, como un niño enfurruñado, se fue a sentar tras su escritorio para echar un vistazo a unos papeles de utilería que tenía sobre él. Pero, ¿qué es esto?, se pregunta la prensa en Estados Unidos. Es un resultado del marketing que ha consumido a la política. Trump no es victimario, es víctima (propulsor) de un sistema que enmascara con la democracia el poder oculto del dinero.

La prensa estadounidense ya tiró a un presidente. Pero Nixon no era producto del marketing, era producto de las triquiñuelas con las que se maneja el poder político en el vecino país del Norte. Con Trump es diferente. Es un presidente que bromea con el botón rojo y en lugar de desatar una guerra pide una Cocacola a su través. ¿Cómo lo van a tirar? Difícil, muy difícil. Es producto del show bussines. Y en Estados Unidos, la gente venera el show bussines.

Publicado en Siempre!