La renuncia de Benedicto XVI dio la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Pocos fueron los periodistas que, entonces, destacaron lo esencial: la humildad de un hombre que tiene fe y que sabe que puede servir mejor a la Iglesia orando por ella y no desde una edad avanzada, en medio de un ritmo digital que no para un segundo.
El acto colosal de Benedicto XVI fue saludado por la prensa como un signo de decadencia de la Iglesia católica. Continuar leyendo