Hace poco escuché a un obispo referirse al “problema” de la visita del Papa a México, en son de broma, por supuesto. Pero algo se escondía detrás de esta guasa. En realidad para un país como México la visita de Francisco pone a bailar en la cuerda floja a muchos.
Primero que nada, al gobierno federal. Será medida su capacidad de absorción de tan importante acontecimiento para 9 de cada 10 mexicanos. Con la última visita, la de Benedicto XVI, se alejó al Papa de la capital y de los centros de conflicto. Continuar leyendo
Los cuervos no paran. Y tampoco la enorme industria mediática que los patrocina. La nueva historia de filtraciones sobre las finanzas de la Iglesia de Roma ha acaparado titulares de todo el mundo. Tanto así que el Papa Francisco ha tenido que salir al balcón de San Pedro, en el rezo del Ángelus dominical (8 de noviembre) para decirle a la multitud: tranquilos, esto no detiene la reforma que he emprendido para que la Iglesia católica se vuelva paradigma de transparencia y pobreza.
El próximo 12 de diciembre, cuando se celebre el 484 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a san Juan Diego en la colina del cerro del Tepeyac -donde actualmente se levanta la nueva basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México-, se dará a conocer en Roma el itinerario que seguirá el Papa Francisco en su primer viaje a tierras mexicanas.
En un par de ocasiones el Papa Francisco ha relatado la posibilidad de ir a México, previamente a entrar a Estados Unidos. En ambas ocasiones ha dicho, con absoluta claridad, que ir a México y no pasar a la Basílica de Guadalupe sería una bofetada.
En reiteradas ocasiones, el Papa Francisco ha dicho que “la inequidad es la raíz de todas las enfermedades sociales”. Lo volvió a reiterar en su reciente participación en la 70 Asamblea General de la ONU.
“El mundo cambia la perspectiva que tenía de la Iglesia a través del Papa Francisco”, ha escrito, a manera de reflexión, Enrique Soros, con quien Aleteia comparte contenidos sobre el fenómeno migratorio de América Latina hacia Estados Unidos, a través de los micro sitios sobre Migración en Aleteia y Migrantes Hoy, de la estructura de comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Está por concluir la visita pastoral del Papa Francisco a Cuba y Estados Unidos. Visita histórica por los encuentros, las advertencias, las innovaciones, las sorpresas, los tragos amargos, los tumultos, el oportunismo político y la efervescencia de una Iglesia, la Iglesia católica, más viva que nunca.
Me robo, desvergonzadamente, el primer verso del famoso soneto de Lope de Vega (¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?) para distorsionarlo y preguntar por el “secreto” de Papa Francisco en la vuelta a la Iglesia de muchos que andaban fuera, y en la alegría de tantos no creyentes que han visto surgir, de donde menos se imaginaban (porque no conocen el corazón de la Iglesia) el liderazgo espiritual, adherido a Cristo, que su alma anhelaba.
El Papa Francisco encuentra en Estados Unidos un catolicismo profundamente transformado por el catolicismo hispano. Este viene de los último 20 años y desde lo más profundo de la vida de la nación americana.
Muerto a la orilla de la playa de Turquía, como si durmiera boca abajo, Aylan Kurdi, de tres años de edad, es el símbolo de la estupidez del poder y de la guerra; de la ambición mezquina y de la ausencia del temor de Dios. Su cuerpecito mojado por las aguas del mar Egeo, todavía caliente del último abrazo de su madre, ahogada también en su huida del horror del EI, hace aterrizar en el atroz sentimiento de que es Jesús mismo al que vomitamos en la arena turca.