Viendo la inminencia electoral, hombres y mujeres de buena voluntad (que los hay) se han dado a la tarea de pedirle a los votantes se informen sobre cualidades y defectos de los candidatos a la presidencia, a las gubernaturas, a las presidencias municipales, diputaciones, senadurías…
Esta petición a menudo cae en el vacío. Lo que antes significaba esfuerzo, acopio de información, cotejo, discusión, enfrentamiento, puesta entre paréntesis de las fuentes, comparaciones, equivalencias, dudas y tiempo, hoy lo hace el motor de búsqueda de “mi” sistema operativo del celular, de la computadora… Continuar leyendo
No existe un método probado para que en la era de la post-verdad en la que nos encontramos, seamos capaces de cribar lo falso de lo verdadero; lo engañoso de lo espectacular; lo correcto de lo tendencioso, lo real de lo virtual…
Una era en la que la información corre por todos los carriles, especialmente por los carriles digitales, no quiere decir (antes al contrario) que estemos bien informados. El Observador de esta semana le entra a un tema más que importante: que somos lo que leemos.
Cumplimos 941 semanas, 18 años, de circular entre nuestros lectores, sin faltar una sola vez a la cita. El Observador es una obra de Dios: es un milagro cotidiano hecho información.
El Papa Benedicto XVI ha dado una lección de arrojo ante la pazguata actitud de muchos cristianos que nos encogemos de hombros o echamos culpas por la revolución tecnológica y de las comunicaciones que estamos viviendo. Tuitea, tiene seguidores en facebook, lanza mensajes como el de la próxima jornada mundial de las comunicaciones sociales, en los que nos invita a conquistar -con nuevo ardor y método-el continente digital. No tener miedo o, más bien, saber que el miedo no existe más que para el indiferente ante Dios. 
