En los últimos cinco años, 19 periodistas han sido abatidos en México, lo cual pone al país como el más peligroso para ejercer la profesión en un contexto en el que no existe una guerra interna. Una de las víctimas fue la periodista Miroslava Breach.
La protección al gremio en México y en América Latina es una promesa de los gobiernos de la región, pero una promesa que está lejos de cumplir su objetivo: que los periodistas puedan informar e investigar sin tener que temer que sus vidas corran peligro. Continuar leyendo
El periodismo libre –no el oficial o el ideológico– tiene una doble función: reseñar lo que sucede en la realidad y hacerlo desde un interés absolutamente humano. Vale la pena detenerse en esto.
He recibido comentarios de un reciente artículo que publiqué en este mismo espacio sobre el linchamiento mediático y oficial de los sacerdotes víctimas de la violencia en México: son “culpables” de ser víctimas. Son “merecedores” de lo que les pasa, por ser sacerdotes… Sé que es una práctica “normal” en los medios aliados al poder en México, lo que genera es impunidad. Más impunidad. Y tensión social.
Recupero el célebre título de la fábula de Rafael Bernal para hablar de otra selva que “suda muerte”: la de Veracruz o el Distrito Federal, o el Estado de México, o el país al completo… en contra de los reporteros, fotoperiodistas, investigadores de la realidad, testigos de la corrupción, activistas pro derechos humanos…
¿Quién mató al padre Javier Gutiérrez? ¿Quién mató a los otros nueve sacerdotes asesinados desde 2012? ¿Quién “desapareció” a los normalistas de Ayotzinapa? ¿Quién es el responsable de los 40 mil “desaparecidos” que hay en el país, según Javier Sicilia? ¿Quién nos está robando la esperanza?
En México el silencio, la impunidad y la indiferencia son parte fundamental del segundo de los crímenes más “lucrativos” del país, solamente detrás del tráfico de drogas: la trata de personas que, en su vertiente de trata de niñas y niños enfrenta quizá su perfil más aterrador.