El pasado 10 de octubre, sin que mediara una acción delictiva, según el parte rendido por la policía montada de Port Coquitlam (Columbia Británica) de Canadá, “apareció” en su casa el cadáver de la jovencita de apenas quince años de edad Amanda Todd. Suicidio por causas no conocidas, reiteró el parte policiaco. ¿No conocidas?
Desde hacía tres años, la vida de Amanda, ventilada por Internet, era un infierno perfectamente conocido por varios cientos Continuar leyendo
Pasan los días y la organización crece. Aquí y allá, jóvenes universitarios, constituidos en red por la autopista digital, alcanzan sitio de privilegio en los titulares. Ya tienen estatutos. Y le han exigido a los partidos y a los candidatos, que no se cuelguen de ellos, que no le sigan haciendo al alambrista. ¿Será la primera ocasión en la vida política moderna de México que un movimiento juvenil evita a los infiltrados?
En las redes sociales ponemos a circular nuestro mejor yo. Se trata de un yo sin rostro. De un yo cuyo rostro, en el mejor de los casos, ha sido pasado por el tamiz de la autocrítica. Es lógico. Como cuando nos invitan a participar en un programa de tv: nos ponemos lo mejor que tenemos porque queremos retratar bien. 




