Para nadie es un secreto la inclinación enorme que tiene el Papa Francisco por el mártir arzobispo de San Salvador, asesinado en plena Misa, en 1980, Óscar Arnulfo Romero. Contra viento y marea, el pontífice argentino lo canonizó el pasado domingo 14 de octubre en San Pedro. Continuar leyendo
El Salvador
Un problema silenciado
Hay un drama de comunicación que no se propone en la masa de producciones de los medios en México. Centroamérica, más aún el llamado “Triángulo Norte” de esta porción del Continente Americano que comprende a Guatemala, Honduras y El Salvador ha llegado en los pasados dos años a lograr un récord nada envidiable: llegar al techo histórico de refugiados.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), desde los años 80 del siglo pasado, cuando estos países vivieron procesos de guerra civil o de oleadas de violencia, no se había visto un éxodo tan grave de personas que huyen del crimen y de la vulnerabilidad de las estructuras sociales. Continuar leyendo
Corazón de la Patria Grande
Qué alegría ver a monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez en los altares. El nuevo beato se va a convertir –ya casi lo era—en un revulsivo de la Iglesia en América Latina y de la propia América Latina
Me tocó su asesinato comenzando la universidad, aquel 1980, con las balas cruzando los pueblos de El Salvador Poco se conocía su palabra profética. Se empañó el proceso de beatificación al que la gente quería llevarlo, pues muchos –dentro de la Iglesia—lo inscribieron dentro de corrientes marxistas. Continuar leyendo
Romero de América
La comisión que estaba estudiando si el asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba la misa en la Capilla del Hospital La Divina Providencia, en San Salvador, había sido en odio de la fe, concluyó que, en efecto, lo había sido así. Y que su martirio por amor a la Iglesia y a los pobres es cierto, abriendo paso a su posible beatificación o, quizá, de forma directa, su canonización. Continuar leyendo
¿Paz o empleos?
Las estadísticas de criminalidad aparecen, casi siempre, desvinculadas de los fenómenos migratorios a los que ahora asiste —atónito— la parte central y del norte del continente americano, especialmente en lo que se refiere a las niñas, los niños y los adolescentes viajando en solitario hacia la frontera de México con Estados Unidos.
Pero no es así: hay una estrecha vinculación de este fenómeno migratorio con el crimen, sobre todo con el crimen “organizado” Continuar leyendo