El Papa ha escrito una carta al presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), el cardenal Marc Ouellet, en la que continúa la reflexión del pasado encuentro de marzo en el que la CAL tocó el tema del indispensable compromiso de los laicos en la vida pública de los países latinoamericanos.
Fiel a su costumbre –bendita costumbre—el Papa no se calla lo que una prudencia “políticamente correcta” invitaría a pasar por alto. Enfrentando el error del clericalismo, la carta al cardenal Ouellet (que debería ser leída en todos los rincones de América Latina) tiene como punto central, a mi juicio, el siguiente párrafo: Continuar leyendo
Al presidir el Papa Francisco la conmoración del cincuenta aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, lanzó una bomba al corazón de la “esquizofrenia del clericalismo”. Se puso él mismo al frente de la reforma que reclama la Iglesia al anunciar la “conversión del papado”, para dar más atención a las realidades de las iglesias locales y de los fieles. ¿Alguién pedía una señal de la vitalidad de la Iglesia católica?
El Papa Francisco va en serio con aquello que él mismo denuncia a cada rato como uno de los grandes –quizá el más grande—de los pecados de la Iglesia actual (me refiero a la Iglesia como institución): el clericalismo. ¿Cómo definirlo? Muy fácil, creo yo: diciendo que se trata de poner la caridad por debajo de la organización. Nos tienta a todos: laicos, diáconos, religiosas, religiosos, sacerdotes, obispos y… cardenales.
El primer mensaje elegido por el Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz no puede ser más elocuente: “La fraternidad, fundamento y camino para la paz”.