El Papa ha escrito una carta al presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), el cardenal Marc Ouellet, en la que continúa la reflexión del pasado encuentro de marzo en el que la CAL tocó el tema del indispensable compromiso de los laicos en la vida pública de los países latinoamericanos.
Fiel a su costumbre –bendita costumbre—el Papa no se calla lo que una prudencia “políticamente correcta” invitaría a pasar por alto. Enfrentando el error del clericalismo, la carta al cardenal Ouellet (que debería ser leída en todos los rincones de América Latina) tiene como punto central, a mi juicio, el siguiente párrafo: Continuar leyendo
La expectativa de la Exhortación Postsinodal sobre la familia creó un falso rumor: que el Papa iba a cambiar la doctrina de Iglesia sobre tres puntos: divorciados vueltos a casar por lo civil; el acceso a la Eucaristía de quienes viven en situaciones irregulares y el tema de las personas homosexuales.
En la Vigilia con los fieles a la Divina Misericordia, el pasado sábado en San Pedro, el Papa Francisco nos punzó –una vez más, y por si falta hiciera—el corazón del cristiano (el que debería tener el cristiano).
La Nochebuena de 2001, Sor María Angélica de la Anunciación, en el mundo Rita Rizzo, sufrió un derrame cerebral que la dejó sin conocimiento hasta la Pascua de Resurrección de 2016. Su obra estaba hecha: la cadena de televisión católica más grande del mundo: EWTN.
Todos tenemos la respuesta de San Pablo: vana sería nuestra fe. Sabemos que el sepulcro vacío es la evidencia del cristiano. Una paradoja para el mundo no creyente, para los escépticos. Sin embargo, “paradoja es el nombre que dan los tontos a la verdad”, escribió José Bergamín a Miguel de Unamuno en una carta.
El día de San José de 2013 comenzó el papado de Francisco. Hace tres años. El tiempo pasa rápido. Y más con un modo de ser como el del jesuita argentino quien les dijo a los cardenales que lo eligieron, justamente cuando se revestía de blanco por vez primera: “Espero que sepan lo que están haciendo”.
Hay dos maneras de perseguir a los cristianos: una es matándolos, otra es no dejándolos vivir su fe (que es otra forma de muerte).
Fieles a nuestra promesa, en este número de El Observador nos dimos a la tarea de sistematizar el conjunto de tareas específicas que el Papa Francisco nos dejó a los mexicanos (todos) como camino para recuperar la luz frente a estos días de sombra.
Queridísimo Papa. Mil gracias por haber venido a México a remover –sí, a remover—conciencias: muchas de ellas dormidas, adormiladas, atarantadas, perversas o, de plano embrutecidas. La mía, en primerísimo lugar.
Un importante principio teológico de San Ireneo de Lyon explica que “lo que no se asume no se redime.” La prueba de la validez de este principio es el propio Jesús. Asumió la muerte en la cruz para redimir al hombre. Él nos enseñó que el vino nuevo no entra en odres viejos y que para vivir la vida de salvación hay que matar al yo (si el grano de trigo no muere…) para encontrarlo en el nosotros: el yo-tú de la vida verdadera.