Cada día que pasa, las redes sociales se encargan de mostrarnos en lo que hemos convertido nuestra democracia. Dijo don Raúl Vera, obispo de Saltillo, que quien vendiera su voto era «reo de sangre». Y dijo bien. Por desgracia, el hambre ganó a la sangre. Y la inmoralidad profunda de los compradores de votos.
Las urnas y los conteos estuvieron bien hechos. Nada que señalar. Lo que rodeó al proceso electoral es lo que debe movernos, como sociedad, a redibujar el panorama. Continuar leyendo